La expresión "tormenta perfecta" en nuestro idioma o "perfect storm", en inglés, describe un hecho o evento en el que se suman de manera combinada una serie de circunstancias que conviven y se entremezclan agravando drásticamente ese hecho o situación, hasta magnificarla inusualmente. Se trata de un fenómeno real que precisamente está ocurriendo actualmente en la economía peruana: La pandemia se ha complotado con la informalidad, la inflación y tambien con la corrupción gubernamental y la ingobernabilidad contra la población peruana humilde. Aquí intentamos acercarnos al fenómeno e interpretarlo, al menos en parte.
La pandemia COVID-19 y la Informalidad Laboral
La pandemia COVID-13 inició la vía crucis de gran parte de las gentes en Perú. Gran parte de los trabajadores se quedó desempleada y perdió sus ingresos económicos para cubrir su canasta básica de consumo. Tras las primeras vacunaciones, intentaron volver a sus puestos, pero pocos lo pudieron recuperarlo y el grueso de los trabajadores se sumó al engrosado contigente de los informales. En efecto, la informalidad ha generado una reducción drástica de los ingresos laborales a lo largo y ancho del país, tal es así que al primer semestre del presente año, conforme a los datos recientes del Instituto Peruano de Economía, las retribuciones económicas del trabajador informal se habrían ubicado 15% por debajo de las registradas en el mismo trimestre de 2019, antes de lapandemia COVID-19. Téngase en cuenta que las remuneraciones reales del sector formal son 2,6 veces superior al promedio de la remuneración informal, según la misma fuente. Es más, en el pandémico año 2021, la informalidad laboral escaló al 77,6% de la fuerza laboral toal, en la urbana, 70,9% y 96,3% en la rural, francamente los niveles más elevados en los últimos 11 años y, por supuesto, en parte inducidos por la crisis pandémica y ahora la inflacionaria.
En números absolutos, son prácticamente alrededor de 13 millones de trabajadores peruanos que no gozan los beneficios del empleo formal, pues no sólo laboran en condiciones inseguras y marginales, sino también con magros ingresos y una reducida capacidad de compra en los mercados de bienes y servicios. Estas gentes del Perú Profundo y sus familiares dependiente son, evidentemente, susceptibles de recaer en la vieja pobreza y sufrir el hambre y la miseria postpandemia.
Llegó el fantasma de la Inflación
Sobre dicha álgida situación, ha llegado el fantasma de la inflación: han subido los precios de la gasolina, del petróleo, gas, carbón, de los pasajes, fertilizantes para la agricultura y por el efecto contagio se han realimentado los precios de los bienes y servicios de primera necesidad. Así, las cosas se están agravando más, pues las expectativas de inflación rebasan el nivel máximo del rango meta desde inicios de año y los precios azotan cruelmente al empobrecido consumidor a pesar de los esfuerzos de contensión de la inflación por parte del BCRP.
Empieza a cundir la escasez por los problemas de oferta, de un lado y, de otro, por el agravamiento de la débil capacidad adquisitiva de los consumidores. Esta fuerte escalada podría ir en aumento ante la subida de las tasa de interés a nivel global como un intento de frenal la escalada de precios que puede terminar en el surgimiento de las odiosas "colas" y los desencuentros entre los agentes económicos. Más aún, podría instalarse extensivamente una HAMBRUNA, principalmente en los sectores urbano y rural marginal, afectando a la población más vulnerable que, instintivamente, ya está buscando refugiarse en las "ollas comunes", esa creación humana para enfrentar las crisis.
Es de temer que sobrevenga la inseguridad alimentaria para la población nacional, fuertemente dependiente de las importaciones alimentarias.
La grave corrupción e ingobernabilidad
Como si todo aquello fuera poco, nuestra sociedad viene atravezando una circunstancia álgida, por cuanto se viene hundiendo en el fango de la corrupción cleptocrática y el desgobierno desde hace algunos años, pero ahora con mayor intensidad y daño.
Esa agobiante corrupción, que llena de titulares a los peródicos y cadas televisivas, se refleja en los datos de los CASOS DE CORRUPCIÓN EN TRÁMITE ENTRE 2017 y 2020 pertenecientes a la Procuraduría Pública Especializada en Delitos de Corrupción y la Defensoría del Pueblo que a continuación se presentan.
¿Qué hacer?
No se avista ninguna luz en el horizonte. Todo está gris, oscuro y el contexto también. de modo que estamos bajo la tormenta perfecta que amenaza con prolongarse por un tiempo indefinido y destruirnos socialmente.
En todas las instancias gubernamentales, sean centrales, regionales o locales, es necesario tomar medidas de política económica y social para hacer frente a esta difícil situación, principalmente al peligro del hambre que iría ganando espacio y trayendo consigo la desesperación de los ciudadanos más golpeados y abandonados social y económicamente.
Es urgente adoptar las medidas precautorias para amortiguar el probable impacto de la escasez y el mayor aumento de precios de los bienes alimentarios de primera necesidad que inició su escalada y es previsible que las causas aquí advertidas realimenten la inflación en las siguientes semanas y meses y, a su paso, siembren inseguridad alimentaria, hambre y desnutrición para muchos compatriotas.
Considerar el bono alimentario, el apoyo financiero a los comedores escolares y populares, a las ollas comunes; la dotación de paquetes de fertilizantes a los agricultores, entre otras medidas necesarias. A trabajar es esto.
Ojalá que todavía queden algunos hombres de bien para ese noble propósito, pues el sufrido pueblo peruano los necesita y ojalá tengan la oportunidad de actuar a tiempo.