El Capital en el siglo XXI es el título del reciente libro best seller de Thomas Piketty, quien analiza la desigualdad en el mundo en los últimos doscientos cincuenta años y pronostica para este siglo el retorno del capitalismo patrimonial caracterizado por el mayor incremento de la tasa de rentabilidad del capital respecto de la tasa de crecimiento económico y, en consecuencia, el extremo aumento de las desigualdades que solo podrían bajar mediante impuestos progresivos sobre el capital (1).
|
Las publicaciones en francés e inglés del best sellar de Thomas Piketty. |
¿Quién es Thomas Piketty?
Thomas Piketty es un Economista francés profesor de la Escuela de Economía de Paris que a los 43 años se ha convertido en un referente de la Economía Política mundial y el pensamiento vanguardista de nuestro tiempo gracias al ensayo económico de 970 páginas titulado “Le Capital au XXIe siècle”, en francés y “Capital in the Twenty-First Century”, de casi 700 páginas, en Inglés, apenas traducido en el mes de marzo y ya alcanzó el primer lugar en ventas en Amazon (2).
La fama de Piketty se propaga como fuego en la pradera en pleno verado y su aporte ha despertado una entusiasta e inesperada atención en la comunidad académica internacional, al punto que el Premio Nobel Paul Krugman ha referido en su columna de ‘The New York Times’ y también en la sección de reseñas del ‘New York Review of Books’ calificando al libro de “magna obra” que, probablemente, podría ser el libro más importante escrito en la presente década en materia económica por las importantes evidencias y argumentos que abundan en él.
En la reciente entrevista que refieren en “El Mundo” de España, Piketty responde a una inquisitiva pregunta a cerca de la inspiración de su ya famoso libro "¿Ha leído usted a Marx?", le preguntaron. respondió "Sí, pero sólo el Manifiesto del partido comunista" y agregó “No he tenido jamás la tentación del comunismo y estoy vacunado contra el cansino discurso anticapitalista. Más que Marx y Tocqueville, mi inspiración es la Declaración de Derechos del Hombre de 1789”, confesó en noviembre de 2013 a Philosophie Magazine, poco despues de publicarse su famoso libro en Francia (3).
El 16 de Abril último Piketty presentó los resultados de su investigación en una conferencia especial que se llevó a acabo en la Ciudad Universitaria de Nueva York, en la que actuaron de comentaristas nada más y nada menos que dos premios nobel en Economía: los renombrados Joseph Estiguitz y Paul Krugman, además de otros destacados economistas. La presentación fue brillante y los presentes salieron convencidos de los hallazgos de Piketty, dada la objetividad y certeza del estudio y quedó rondando la idea sugerente “salvar al capitalismo de los capitalistas” (4).
Sin embargo, como era de esperar, otros destacados estudiosos del mundo económico ya han hecho saber sus reticencias respecto a las conclusiones arribadas por Piketty aludiendo a ciertas lagunas u omisiones de su obra, entre ellos destacan el nobel Robert Solow o el profesor de la Harvard Greg Mankiw. A ellos se ha sumado también The Economist y otros economistas.
Contenido esencial de su libro (best seller)
El libro es el resultado de un análisis pormenorizado sobre la evolución de la riqueza y las desigualdades en los principales países desarrollados en los últimos doscientos cincuenta años. Los hallazgos son contundentes: históricamente, la tasa de rentabilidad del capital (r) tuvo un nivel prácticamente estable alrededor del 5 %, mientras que la tasa de crecimiento (g) fue menor y osciló entre el 1 y 1,5 %, excepto el crecimiento entre 3 y 5 % logrado durante las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Obsérvese el gráfico siguiente:
En tales condiciones, es evidente que r > g , lo cual significa que los patrimonios tienden a acumularse a un ritmo mayor que el efecto redistributivo del crecimiento económico en los salarios, generándose por consiguiente desigualdades crecientes entre la población que, en los últimos años, han superado el pico de desigualdad que se produjo antes de la Primera Guerra Mundial, cuando el stock de capital equivalía a seis y ocho años del ingreso nacional total. Hicieron falta dos guerras mundiales y “el suicidio de los rentistas” entre esas dos guerras para redistribuir las cartas y empezar casi de cero para emprender una mayor concentración de la riqueza (5).
Concentración de riqueza y causas
Después de la Segunda Guerra Mundial, precedida por la Gran Depresión y las políticas redistributivas que inspiró, el fuerte crecimiento de las economías en reconstrucción y expansión y la agresiva fiscalidad progresiva, con tipos marginales superiores de alrededor del 60-70 % en Europa y del 80-90 % en Estados Unidos, así como el acceso generalizado a la educación y los seguros por enfermedad, desempleo o vejez, aseguraron el acceso de las masas trabajadoras a un pequeño patrimonio, convirtiéndolas en clases medias.
Si en 1913 un 10 % de la población acumulaba en la práctica la totalidad de la riqueza nacional, en la actualidad ese 10 % sigue poseyendo la mayor parte, pero ahora hay un 40 % que disfruta de un pequeño patrimonio, mientras que el 50 % restante cobra un sueldo o una prestación pero no acumula patrimonio y no deja casi nada a sus herederos. La emergencia de esa “clase media patrimonial” es para Piketty la mayor transformación estructural del reparto de la riqueza en los países desarrollados. Con la desaceleración del crecimiento y las rebajas fiscales de la revolución conservadora de los años 1980, la clase alta patrimonial vuelve a emerger: el patrimonio del 10 % más rico crece exponencialmente mientras que del 1 % más rico lo hace sideralmente. La concentración de la riqueza es ya extrema.
Piketty señala que previo a la Primera Guerra Mundial, Europa había acumulado una riqueza de capital seis o siete veces el ingreso nacional. Pero en las cuatro décadas siguientes, la combinación de la destrucción física y el desvió de los ahorros hacia el financiamiento de la guerra redujeron esa proporción a la mitad. La agudización de la concentración de la riqueza debería, junto con el crecimiento de la población y la innovación tecnológica, explicar la crisis de producción y empleo que vive buena parte del mundo (6).
En 1910, en Francia el 1% más rico detentaba el 60% de la riqueza y en Gran Bretaña 70%. Piketty demuestra que la parte heredada del total de riqueza cayó fuertemente entre guerras y cerca de 1970 disminuyó a menos del 50%. Sin embargo, ahora ha aumentado de nuevo arriba del 70%. En Gran Bretaña la participación del capital dentro del ingreso, ya sea en forma de ganancias corporativas, dividendos, rentas o venta de propiedades, de alrededor de 40% antes de la Primera Guerra disminuyó cerca de 1970 a escasamente 20%, y desde entonces ha subido a porcentajes cercanos a los iniciales (op. cit).
En contraste, Piketty estima para Estados Unidos que el incremento del ingreso del capital explica solo una tercera parte del aumento en la desigualdad del ingreso. Los ingresos por salarios han aumentado, especialmente para los estratos altos. Los salarios reales de los obreros desde 1970 han aumentado, pero muy poco, en tanto para el 1% de más altos ingresos han aumentado 165%; en cambio para el 0.1% el aumento ha sido 362%. Por lo que en Estados Unidos la concentración de la riqueza se ha debido fundamentalmente a los “super-salarios”(op. cit).
La causa aparente de esta situación se debe a que los altos salarios y bonos que corporativamente se pagan son definidos por miembros del Board que son seleccionados por el mismo Chief Executive Officer (CEO). Explicación centrada en la corporate governance, por la asimetría de interés económico que existe entre el gerente y el de los accionistas de las empresas. A ello se agrega el tratamiento fiscal que ha terminado por beneficiar a los altos ingresos y las ganancias de capital (op. cit).
Sin embargo, como bien lo señala Krugman en una importante entrevista en Estados Unidos, falta un claro diagnóstico de la concentración de los altos ingresos en razón de la industria financiera, por lo que es necesario un análisis de la distribución y el “rendimiento” de la riqueza. Aspectos que caen analíticamente sin duda en la esfera de la Teoría General.
Razones del impacto del libro
El libro de Piketty es una radiografía completa del capitalismo patrimonial y recién ha sido traducido del francés al inglés y ya se ha convertido en una referencia de las ciencias sociales antes de su publicación en los demás idiomas. Thomas Piketty antes de su libro top ya era un referente mundial en el estudio de las desigualdades de renta junto a otros estudiosos norteamericanos. El fuerte impacto del libro se explica por varias razones:
1) Al carácter inédito y exhaustivo de un estudio del capital, tanto del patrimonio como de las rentas, en los países desarrollados en el muy largo plazo basado en archivos desde la Revolución Francesa, la Revolución Industrial en Reino Unido y la independencia en Estados Unidos. Sobre otros países, como Alemania, Japón, Canadá o Suecia, las estadísticas fiables disponibles empiezan a finales del siglo XIX. Todos estos datos se pueden consultar en un anexo técnico en internet que constituye una auténtica mina de datos.
2) Las conclusiones empíricas del estudio contradicen partes de la teoría económica convencional hasta ahora inamovibles, entre ellas las aportadas por Ricardo, Marx y Kuznets.
3) Hay nuevas leyes del capitalismo que se deducen del análisis de la vastedad de datos.
4) Se ofrece una perspectiva inquietante sobre la evolución previsible del capitalismo patrimonial en el siglo XXI y se proponen importantes soluciones.
Contradicciones a la Teoría Económica Convencional
La primera parte teórica que se derrumba a la luz de los datos es el de los rendimientos decrecientes de Ricardo, que serviría a Marx, aplicándolo al capital, para predecir la crisis del capitalismo por la caída de los rendimientos del capital a medida que éste se acumula. Ciento treinta años después de la muerte de Marx, el capital acumulado ha superado cualquier previsión imaginable en la época del ideólogo del socialismo, pero su rendimiento sigue siendo sorprendentemente estable en torno al 5 %. El progreso tecnológico, el crecimiento de la población, el acceso a la educación y, recientemente, la globalización y la sofisticación de los mercados financieros, han permitido al capital encontrar constantemente nuevas oportunidades de fructificar. Piketty no demuestra teóricamente de dónde procede esta sorprendente estabilidad del rendimiento del capital, pero su lectura de lo que nos enseña la historia económica deja poco lugar para la duda.
Otro mito que se derrumba es la visión optimista de Kuznets de una reducción de las desigualdades a medida que el desarrollo económico y humano avanza. Este autor ruso basó su predicción en una serie temporal de datos relativamente corta, entre 1920 y 1950. El paso a la escala del muy largo plazo operado por Piketty demuestra precisamente lo contrario, puesto que la relación r > g se muestra constante en la historia, y que la excepción es el breve periodo entre 1950 y 1970. En este sentido, los datos también hacen tambalearse otro supuesto básico de la economía neoclásica, que implicaría una tendencia hacia la igualación entre la tasa rentabilidad del capital (r) y la tasa de crecimiento económico (g).
El análisis frío y objetivo de los datos, así como de las dinámicas en juego que los arrojan, ofrece una perspectiva para el siglo XXI poco alentadora, con una economía mundial, instalada desde hace treinta años, en una senda firme de acumulación cada vez mayor de riqueza en lo alto de la pirámide. La ley draconiana del capital de r > g conduce a la victoria del rentismo sobre la meritocracia, en la que “el pasado devora al futuro”.
Piketty no esconde su optimismo relativo acerca de la deliberación democrática en base a los datos y las conclusiones a las que nos llevará la acumulación de riqueza más allá de lo socialmente soportable. Sin embargo la considera una “utopía útil” en el sentido de que obliga a cualquier otra solución a medirse con respecto al ideal teórico que constituye dicho impuesto mundial progresivo sobre el capital. Muestra también los beneficios de la cooperación fiscal internacional necesaria para la implantación del referido sistema de impuesto.
Claro que hay otras cuestiones interesantes tratadas por Piketty con una claridad didáctica al alcance de un ciudadano formado, desde la distribución de la renta hasta la historia de los sistemas impositivos, pasando por la causalidad entre el desmantelamiento de los tipos marginales superiores “confiscatorios” y la explosión de los sueldos de los altos ejecutivos. Tampoco cabe una crítica más detallada del hecho de que el análisis y las tesis de Piketty reposen sobre el estudio pormenorizado de las estadísticas pero no sobre una investigación de las fuentes y fuerzas capitalistas de creación de riqueza.
Perspectivas mundiales y propuestas
Según Piketty la perspectiva para el siglo XXI no es alentadora, por cuanto una vez que las economías emergentes hayan alcanzado la madurez y la población mundial se estabilice, el crecimiento económico alcanzará una tasa del orden del 1 ó 1,5%, mientras que el rendimiento del capital seguirá en torno al 5%. De aquí se infiere que, a futuro, la distribución de la riqueza acentuaría su senda divergente hasta alcanzar proporciones social y democráticamente inaceptables y probablemente generadoras de conflictos.
El capitalismo patrimonial ya conoció una evolución similar en el siglo XIX que desembocó en 1913 en niveles de desigualdad sin precedentes. Nadie puede desear un nuevo conflicto global devastador para deshacer la extrema desigualdad, por lo que Piketty se adentra al final con valentía en el terreno de las propuestas para atenuar o corregir dicha evolución. La principal de ellas es la instauración de un impuesto mundial progresivo sobre el capital, tanto de los activos inmobiliarios como mobiliarios y el neto de deudas. Algunos ya están llamando a este planteo "justicia tributaria". Claro que Piketty no se hace ilusiones sobre la viabilidad política de su propuesta, aunque argumenta convincentemente sobre su viabilidad en la Unión Europea si existiera la suficiente voluntad política.
Un legado para futuras investigaciones
El Capital en el Siglo XXI (que ojalá se publique muy pronto la versión en español, conforme lo prometido por la editorial Fondo de Cultura Económica), constituye una valiosa contribución a la ciencia económica, no sólo por el objeto de estudio que abarca y el legado que otros investigadores ya pueden recoger de la vastedad de datos y análisis del capitalismo, sino por la lucidez y sencillez con la que Piketty reconoce la pertenencia de la economía al campo de las ciencias sociales y su deber de contribuir, desde su posición intelectual, a enriquecer el debate científico y democrático en aras de descubrir las políticas que producirán los resultados más acordes con los objetivos morales y sociales de una comunidad que vive y seguirá en el siglo XXI.
|
Thomas Piketty, autor del libro El Capital en el siglo XXI |
Principales referencias:
Otras referencias