A continuación transcribo
el interesante y analítico artículo sobre Política Tributaria de la uruguaya Hana Fisher
publicado en “El Cato” el 19 de Abril del presente año. Al respecto, ella indica que se está satanizando
a los refugios fiscales y a las offshores sin considerar el rol positivo que
juegan en una economía globalizada. Valoremos y critiquemos objetivamente sus
fundamentos.
Dado el revuelo
mundial que han provocado los denominados “Panamá Papers”,
consideramos oportuno analizar a fondo este tema. Primordialmente, nos interesa
aclarar ciertas confusiones con respecto a los conceptos de las sociedades offshore y “paraísos fiscales”.
Es relevante dejar asentado que este último término
no es objetivo, sino que produce connotaciones negativas en el imaginario
colectivo.
En adición, ha
sido mal traducido y sin embargo ninguna autoridad ha hecho nada para corregir
ese yerro. Por el contrario, han asentado esa mala interpretación. La expresión
original es “tax haven” —que significa “refugio fiscal”— y
no “tax heaven” (“paraíso fiscal”). Una desviación semántica que no puede ser
considerada irrelevante, dado que cada uno de esos términos evoca situaciones
muy diferentes. La gente busca un “refugio” cuando es perseguida o se siente
insegura. Por lo tanto es una bendición que ellos existan.
En consecuencia,
es posible apreciar los efectos provocados por la manipulación del lenguaje,
porque una versión del vocablo dirige la ira de la opinión pública hacia un
lado (los supuestos “paraísos”), mientras que la otra la encauza en la
dirección correcta: hacia los gobernantes que erigen en sus naciones verdaderos
“infiernos fiscales”.
El escándalo
mencionado ha provocado que el hombre común se pregunte: ¿Qué son las
sociedades offshore? ¿Por qué razón surgieron?
¿Para qué se las utilizan? ¿Quiénes las poseen?
Antes que nada hay que precisar, que las compañías “offshore” son legales. Tal como su nombre lo indica, fueron concebidas para permitir el funcionamiento de una economía globalizada, donde los límites territoriales no son más un impedimento para realizar inversiones o colocar nuestro dinero en otras naciones sin tener que emigrar.
Es errónea la
idea de que siempre la creación de una offshore en
“paraísos fiscales” tiene por finalidad la evasión tributaria o
el lavado de activos. Por el contrario, para algunas
transacciones de negocios internacionales suele ser una decisión frecuente y
lógica. La razón es que este tipo de sociedades ofrece comodidad y seguridad
para operar internacionalmente. Por ejemplo, a través de ellas los empresarios
facturan servicios realizados en el exterior. Incluso para bienes personales
ubicados fuera de fronteras —principalmente inmuebles— los asesores legales y
financieros suelen aconsejarlas a sus clientes porque son de sencillo manejo,
fácil contabilidad y tienen poco gasto de mantenimiento.
Además, son un medio para llevar nuestro dinero
allí donde las condiciones sean más amigables. Es decir, para protegernos
contra los excesos de gobernantes y autoridades de los bancos centrales.
Suelen ser constituidas para realizar inversiones financieras o depósitos que
queden a resguardo de la inestabilidad de instituciones bancarias, “corralitos”
o como respaldo familiar.
Los individuos
recurren a ellas para poder prosperar y desarrollar actividades económicas sin
caer en el abuso de la doble imposición (criterio de “renta mundial” que
aplican algunos gobiernos), o para salvaguardar —en la mayor medida posible— su
patrimonio de regímenes opresivos como la Argentina kirchnerista
o la Venezuela chavista, o para poder escapar de
sanguinarias tiranías (obviamente para eso se necesita dinero porque de lo
contrario, se pasa a engrosar la inhumana fila de los “refugiados”) como por
ejemplo el Estado Islámico.
A este respecto, Daniel Lacalle señala
que no es por casualidad que aquellos gobernantes que aplican políticas más
intervencionistas, sean los mismos que insisten en utilizar la mal traducida
expresión “paraísos fiscales”. Según la Universidad de Harvard, cuando se
produce un aumento pronunciado de los activos de los bancos en los refugios
fiscales, es porque doce meses antes hubo un incremento de la presión fiscal en alguna(s) parte(s) del mundo. O
sea, tal como el sentido común lo indica, “el movimiento de capitales fuera de
los infiernos fiscales se da tras las subidas de impuestos”.
En consecuencia,
las offshores y los refugios fiscales son medios que
han permitido expandir la riqueza bien habida y la libertad en el mundo, porque
protegen a los individuos de la rapacidad de la mayoría de los gobernantes. En
los casos extremos de gobiernos despóticos, ellos podrían constituir la
salvaguardia para impedir que alguien sea arbitrariamente hundido en la pobreza
o que por el contrario, pueda vivir con dignidad. Incluso, pueden llegar a definir
la vida o la muerte de una persona.
Se ha esparcido
la versión de que a las offshore no las
controla nadie y son una especie de “patente de corso”. Nada más alejado de la
verdad. Hay normas que las regulan, que principalmente van en la dirección de
obligar a los estudios que las administran a identificar el origen de los
fondos que manejan y a los beneficiarios finales.
Sin embargo,
todos sabemos que en ocasiones se las utiliza para disimular la procedencia de
dinero sucio, escondiendo a sus verdaderos dueños, que suelen ser políticos
corruptos, o integrantes de diferentes mafias, o para financiar al terrorismo. Cuando eso ocurre, no es por culpa de la
herramienta sino por la complicidad de bancos, firmas legales y asesores
financieros con los delincuentes, al no cumplir escrupulosamente con las normas
anteriormente mencionadas. No obstante, los que las utilizan para
“blanquear dinero” o financiar actividades terroristas son una minoría.
El Institute of Governance de
la Universidad de Basilea, hizo un análisis muy detallado de los países
con alto riesgo de permitir la financiación de actividades terroristas y
blanqueo de activos. En 2014 analizó 152 países, y de acuerdo al peligro que
cada uno de ellos tiene de permitir este tipo de prácticas, realizó
su Basel AML Index 2015 Report. Al recurrir a este estudio surge de inmediato,
que es completamente falsa la idea de que se utilizan los mal denominados
"paraísos fiscales"
para realizar este tipo de prácticas corruptas. En efecto, en la lista de los
50 países donde hay mayores riesgos de que sean utilizados su sistema bancario
o sociedades anónimas para realizar ese tipo de operativas, ¡únicamente dos se
ubican en la categoría de “paraísos fiscales”! Por lo tanto al esgrimir ese
tipo de argumento para eliminarlos, los gobernantes sencillamente están
mintiendo y aprovechando a su favor las pasiones humanas: el miedo que suscita
el terrorismo y la indignación que provoca el lavado de dinero (porque se lo
asocia con la corrupción política, narcotráfico y
cosas por el estilo).
Realmente, es una
ironía que algunos de los gobiernos que más se “escandalizan” por la existencia
de los “paraísos fiscales”, sean los mismos que más permeables son a la
utilización de su sistema bancario o sociedades comerciales para realizar ese
tipo de actividades. Como botón de muestra: la Argentina de
los Kirchner se ubica en el puesto No. 36 del mencionado Index. Con respecto a
este punto, los “Panamá Papers” han sacado a la luz la gran hipocresía y
cinismo de muchos gobernantes o personalidades, que defienden ideologías
supuestamente humanistas, que proclaman sentir “empatía” por los pobres, o se
presentan a sí mismos como paladines contra la corrupción. Entre ellos podemos
mencionar a la familia de Xi Jinping —presidente
de la República Popular China y Secretario General del Partido Comunista de ese
país— que posee varias compañías offshore; al
presidente ruso Vladimir Putin, que formó una red
constituida por bancos, compañías y personas allegadas, para realizar maniobras
encubiertas con el objetivo de mover en secreto hasta $2.000 millones; ardides
en torno a la llamada “ruta del dinero K”,
una trama para blanquear activos producto de corrupción, perpetuada por el
matrimonio Kirchner y sus cómplices, para lo que contaron con la cooperación de
sectores argentinos y uruguayos; o Gonzalo Delaveau —presidente
de la ONG “Chile Transparente”— cuyo nombre apareció vinculado a operaciones en
paraísos fiscales.
Sin embargo, por
contraste, los “Panamá Papers” también demuestran que la inmensa mayoría de las
personas que poseen sociedades offshore en
los refugios fiscales, son gente honesta, cuyo dinero es fruto de actividades
limpias. Esa información debería ser considerada como una de las grandes
revelaciones de los “Panamá Papers”. Dan Mitchell señala
que de la atenta lectura de un artículo publicado por el Washington Post —fruto de un trabajo de investigación
sobre este mismo tema— se deduce que “los individuos que utilizan a los
refugios fiscales suelen ser por lejos, mucho más honestos que los políticos”.
Otro de los
argumentos que se emplean para tratar de destruir a los “paraísos fiscales” y
las sociedades offshore, es que ellos son
utilizados para eludir impuestos. En ese sentido, el presidente estadounidense
Barack Obama expresó que la mayoría de las operaciones reveladas en los “Panamá
Papers” son legales, y que ése es “precisamente el problema”. Por eso considera
que el asunto de la elusión fiscal “debe
ser atacado a escala mundial de manera coordinada”.1
Postura que
concuerda con la mantenida por los países de la OCDE y el G20, que presionan
para que exista una especie de “cartel” entre todos los gobiernos del mundo,
con el fin de aumentar al unísono y sin ningún tipo de restricción los
impuestos, y que el ciudadano común no tenga dónde recurrir para protegerse.
Con respecto a este punto también es posible
observar que en gran medida, la huida de los capitales hacia los “refugios
fiscales”, es la consecuencia lógica del derroche desmesurado de los gobiernos.
Gasto que frecuentemente, se realiza con el fin de construir una hegemonía y
perpetuación en el poder de los partidos gobernantes.
Como prueba de lo
que estamos afirmando, mencionaremos algunos de los países que tienen la mayor
carga impositiva sobre las empresas, de acuerdo al Global Competitiveness
Report 2015-2016 elaborado por el World Economic Forum.
Se analizaron 140
países. Entre ellos, la peor ubicación la tiene Argentina.
En esa nación la carga impositiva a las empresas es de… ¡137, 3%! ¡Lo cual
significa que ninguna podría operar en forma legal! De lo que se deduce, que
existe un gran espacio para la arbitrariedad de las autoridades para señalar
con la impositiva a sus oponentes políticos o a los disidentes.
Entre los veinte países con mayor peso impositivo a
las empresas están: Bolivia (No. 139, 83,7%); Colombia (No. 137, 75,4%); Brasil
(No. 134, 69%); Francia (No. 132, 66,6%); Venezuela (No. 130, 65,5%); Italia
(No. 129, 65,4%); China (No. 128, 64,6%); y España (No. 122, 58,2%).
La OCDE y los G20 —en una especie de
neoimperialismo descarado— utilizando las falaces excusas de la existencia de
“malsanos paraísos fiscales”, impedir el lavado de dinero, el financiamiento
del terrorismo y la evasión impositiva, están presionando en forma indebida a
los gobiernos de todo el mundo para que coarten la libertad y el derecho a la
intimidad de los individuos. O sea, para que desconozcan derechos humanos
fundamentales: la libertad, la privacidad y la propiedad privada.
Los refugios fiscales son positivos porque obligan
a la competencia fiscal, un camino que algunos gobernantes no son proclives a
transitar. Esto es esencial para el bienestar y la calidad de vida de los
ciudadanos, porque al igual que ocurre en cualquier otra área de actividad
económica, la competencia es lo que constriñe a realizar un uso eficiente de
los recursos —que por definición son escasos— ofreciendo productos y servicios
cada vez más baratos y de mejor calidad.
La lucha contra
los “paraísos fiscales” busca socavar la competencia fiscal entre
los estados (lo que los volvería más prudentes en el uso de los dineros
públicos), la privacidad financiera y la soberanía de las naciones.
El escritor ruso Fedor Dostoyevski señaló con agudeza, que “la
moneda es libertad acuñada”. Por lo tanto, al defender el libre uso de nuestra
plata, exigiendo que quede fuera de la mirada y codicia de los gobernantes,
estamos amparando simultáneamente, la existencia de las sociedades abiertas.
Los “Panamá
Papers” lo que en definitiva expusieron, es que son los propios políticos los
que en mayor medida hacen un mal uso de las offshores. Asimismo,
revelan su gran cinismo porque mientras vociferan contra los “paraísos
fiscales”, muchos los utilizan para esconder dinero que, por cierto, no siempre
es bien habido.
Referencia:
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(*) Extraído de El Cato. En http://www.elcato.org/que-revelaron-los-panama-papers