La actual circunstancia de la Economía
Mundial preocupa. El sistema imperante está fallando y, de persistir sus
determinantes, seguirá fallando más y más, y por consiguiente, ahondando los
males que por su naturaleza genera: desigualdad, pobreza, corrupción,
desempleo, delincuencia, inseguridad y más y más conflictos sociales, los
cuales repercuten en la vida de las poblaciones mayoritarias del mundo.
Crecimiento económico mundial y perspectivas
Objetivamente, no hay nada nuevo que
haga presagiar a futuro el repunte del crecimiento económico mundial, ni en los
países desarrollados ni en las emergentes y en transición. Desde la crisis
financiera internacional que se desató en 2007-2008, la tendencia hasta 2015 ha
sido, primero, la desaceleración, después, el estancamiento, salvo contados
caso de la economías desarrolladas (EE.UU, Alemania, Inglaterra) que muestran
un ligero recupero, conforme el informe de las Naciones Unidas sobre la
Situación económica mundial y sus perspectivas, 2016 (1).
Joseph Stiglitz (2), Premio Nobel de
Economía de 2001, señala en Project Syndicate que
“la tasa media de crecimiento en los países desarrollados se ha contraído en
54% desde que se desató la crisis; se estima que unos 44 millones de
trabajadores están sin empleo, casi 12 millones más que en 2007”, y afirma que "ni
la política monetaria ni el sector financiero están haciendo lo que se supuso
que iban a hacer (…) las olas de liquidez se han dirigido de forma
desproporcionada hacia la creación de riqueza financiera inflando burbujas de
activos, más que a fortalecer la economía (…) El riesgo de una nueva crisis
financiera no puede ser ignorado.” Frente a ello aclara que “Hay otras
políticas que mantienen la promesa de restaurar el crecimiento sostenible e
integrador (…) que comienzan con la reinvención de reglas para la economía de
mercado con el propósito de garantizar una mayor igualdad, más pensamiento a
largo plazo y la aplicación de controles al mercado financiero mediante una
regulación eficaz y estructuras de incentivos que sean apropiadas.”
El reparto desigual de la riqueza mundial
Por su parte, Thomas
Piketti (3), autor francés del best seller El
capital en el siglo XXI, destaca que nunca como en esta época la situación
de la desigualdad en el mundo se ha tornado grave y polarizado, pues señala que
“en Francia el 1 % más rico posee el 22 % del patrimonio total del país. En el Reino
Unido, posee el 30 %, en Suecia el 20 % y en Estados Unidos, el 32 %”. Esto le
permite decir que “el 1% de la población mundial es, digamos, la clase
capitalista y concentra una parte impresionante del patrimonio”. Piketty hacer
notar, también, que si se incluyera la parte de la riqueza escondida en los
paraísos fiscales o bajo otras formas, el porcentaje aumentaría al menos en 2 o
3 puntos. En el caso de los ingresos (salarios, dividendos, rentas, intereses,
pensiones, transferencias) la desigualdad es también grave.
Sustancialmente, Piketty señala que, en los últimos dos siglos y medio pasados, la tasa de rentabilidad del capital (r) fue estable alrededor del 5 %, mientras que la tasa de crecimiento económico (g) fue menor y osciló entre el 1 y 1,5 %, salvo el crecimiento de 3 y 5 % logrado durante las tres décadas siguientes a la segunda guerra mundial.
Sustancialmente, Piketty señala que, en los últimos dos siglos y medio pasados, la tasa de rentabilidad del capital (r) fue estable alrededor del 5 %, mientras que la tasa de crecimiento económico (g) fue menor y osciló entre el 1 y 1,5 %, salvo el crecimiento de 3 y 5 % logrado durante las tres décadas siguientes a la segunda guerra mundial.
Se trata, pues, de un sistema social asimétrico, polarizado e injusto que demuestra lo siguiente:
1. La riqueza mundial
está desigual y pésimamente distribuida a nivel planetario entre los países y dentro
de los países;
2. La concentración de
la riqueza mundial parece estar relacionada con la desaceleración y el
estancamiento del crecimiento mundial, sobre todo después de la crisis
financiera mundial de 2008;
3. Un gobierno nacional elegido
democrática y legítimamente, bien podría hacerse de ingentes recursos apelando a la justicia tributaria para financiar
el desarrollo humano llevando a cabo políticas de cambios estructurales e
innovación que apunten a una economía de bienestar a favor de la enorme masa de
población hoy marginada; y
4. La lucha contra la
inequidad y la pobreza mundial requieren de políticas y trabajos coordinados
entre las naciones del mundo, a fin de evitar la fuga de capitales o
desplazamiento de ingresos y riquezas a los paraísos fiscales o naciones
permisibles de la desigualdad y pobreza injusta.
Referencias
(1) Naciones
Unidas. Situación económica mundial y perspectivas, 2016. En http://www.un.org/en/development/desa/policy/wesp/wesp_current/2016wesp_full_en.pdf
(2) Stiglitz, Joseph. En https://www.project-syndicate.org/commentary/whats-holding-back-the-global-economy-by-joseph-e--stiglitz-and-hamid-rashid-2016-02/spanish#z5f77If4uW7RXFuU.99
(2) Stiglitz, Joseph. En https://www.project-syndicate.org/commentary/whats-holding-back-the-global-economy-by-joseph-e--stiglitz-and-hamid-rashid-2016-02/spanish#z5f77If4uW7RXFuU.99
(3) Piketty,
Thomas. En http://aquevedo.wordpress.com/2014/04/26/thomas-piketty-el-capitalismo-en-el-siglo-xxi-la-gran-desigualdad/
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