La economía peruana creció en enero de este
año, en menos de 1.6% que es el resultado más bajo en los 13 meses últimos meses, lo cual es un
campanazo para el 4,2% que se espera crecer en todo el año (1). Este magro
resultado se explica, principalmente, por las caídas en la pesca y en la
inversión pública, pues la realización de las obras de reconstrucción por los
efectos negativos de El Niño Costero, está prácticamente parada.
Las proyecciones para el 1T19 efectuadas por organismos
especializados en la materia (2) se redujeron entre el 3,2% a 4%. No obstante,
la expansión de la economía no se desviaría de lo estimado, entre 3.5% y 4%
anual, lo que nos dice que no será nada fácil alcanzar el inicialmente esperado crecimiento económico de 4,2%.
Desaceleración
económica en marcha
Evidentemente, hay una desaceleración económica en marcha,
si se compara con los niveles de crecimiento de casi 6% registrado en el
segundo trimestre de 2018, hecho que es preocupante para toda la sociedad
peruana, y no sólo para sus autoridades, por cuanto esta situación ya estaría impactando
en el aumento del desempleo y subempleo laboral y en el estancamiento de los
ingresos por remuneraciones de los trabajadores, hecho que, más aún, podría
estar agravándose por el efecto inmigración de más de 700 mil extranjeros al Perú
desde 2017 a la fecha, conforme lo informado por Dancourt, Oscar (2019) en el Diario La República de fecha 24 de marzo último.
La “clave” para salir del atolladero en el corto plazo
Es preciso dinamizar la inversión
pública en el segundo y tercer trimestre de 2019 para reactivar la economía e
intentar alcanzar el crecimiento económico de 4%. Si este reto no es acometido oportuna
y eficientemente por el gobierno, al final de 2019 podríamos terminar con 3% de
crecimiento o menos.
En cuanto a la inversión privada se tienen
perspectivas más favorables, pues según las proyecciones del IPE (4), podría crecer
en casi 7%. El impulso podría venir de los megaproyectos mineros, insistiendo en proseguir con el modelo primarizado que se instauró a inicios de los noventas.
Empero, su dinámica está ligada
en gran parte a la decisión política de los gobernantes y del “ruido político”
que actualmente viene del conflicto en el Proyecto Minero Las Bambas -con
amenazas de paro indefinido-, las
reformas judicial y política en marcha, además del probable acuerdo con
Odebrecht que, por ahora está en manos del Poder Judicial.
Así pues, en el presente año, la suerte de la
reactivación económica obedecerá en gran parte a las
decisiones políticas que se tome, antes que a factores exógenos; es decir de las acciones del ejecutivo liderado por el
Presidente Martín Vizcarra y del Congreso por Daniel Salaverry. De sufrirse un revés, la recuperación de las inversiones podría quedarse estancada
y, por consiguiente, acentuarse la
desaceleración económica y toda su secuela de impactos negativos en lo económico y social. Por cierto, este escenario gris es indeseable para todos.
Referencias
(3) La República. Recesión del empleo se
agudizaría por mayor migración.. Economía, pp 16, de 24 de marzo de 2019.