El periodo que atraviesa el Perú en la actualidad es de
desaceleración económica con riesgos de recesión en el PBI urbano. La
desaceleración está ocasionado por un choque externo
ligado con la caída de los precios internacionales de las materias primas de
exportación y la salida de capitales extranjeros, los cuales a su vez están relacionados
con la desaceleración de la economía china y los magros desempeños de la economía europea y de la japonesa. Internamente, está probablemente explicado por las deficiencias y errores en
la aplicación de las políticas monetarias y fiscales que, antes que
contrarrestar el referido choque externo, están limitando la reactivación económica.
La
producción en el Perú y, particularmente en Áncash, está poco diversificada. En
las últimas décadas, los gobiernos nacional ni regional no han hecho un cambio importante en la estructura productiva, y se han abocado mayormente a la explotación de
los recursos naturales por las corporaciones extranjeras.
Frente
a ello, es recomendable que el Perú emprenda una diversificación de su
producción a mediano y largo plazo para que deje de depender de los precios de
las materias primas y de los alimentos. En efecto, hay que buscar la diversificación
productiva, de las inversiones y del comercio internacional y nacional, sobre
todo en Áncash, donde prácticamente impera la monoproducción (de minerales),
así como crece la sombra de la desindustrialización en la zona costa, desde
hace varios años. El cambio estructural es clave para el despegue del país hacia
el desarrollo sostenible.
Ni
el país ni Áncash pueden seguir dependiendo de los precios del cobre, zinc o
plata, o de la harina de pescado y someterse a sus vaivenes del mercado internacional.
La vulnerabilidad de nuestra economía es alta. Ojo, téngase en cuenta que los
países de Centroamérica y México están creciendo significativamente por estar
más ligadas a la economía de EE.UU. cuyos indicadores económicos han mostrado
una recuperación notable en los últimos trimestres.
Entre
otros imperativos del nuevo gobierno figuran el impulso de la educación de calidad
y dotación de competencias para las innovaciones, la reactivación de la
economía urbana, la dinamización y modernización del aparato productivo, la
creación de nuevos puestos de trabajo, la formalización tanto de la
microempresas como del empleo.
Otra
apuesta del país debe ser por la mejoría de la productividad de la economía
aplicando una mayor y mejor inversión en ciencia y en tecnología en las
universidades e institutos de investigación del país, para lo cual hay que
empezar destrabando las inversiones en las universidades que tiene la suerte de recibir las transferencias de canon minero por parte del gobierno y, a la vez, promover las inversiones
mediante políticas de estado claras y que apunten a las innovaciones como
palancas del desarrollo sostenible. En
esa línea es necesario mejorar el vínculo entre el sistema educativo y el
productivo, reforzando en particular la formación técnica hoy olvidada e introduciendo la creación de los Parques Científicos y Tecnológicos como organizaciones generadoras de innovaciones para el desarrollo.
Medidas
adicionales que pueden ayudar a la economía en el mediano plazo son las inversiones
en infraestructuras físicas, empezando por las neurálgicas en lo social (agua
potable, desagüe, alcantarillado, viviendas, etc.) y productivo (vías, puertos,
aeropuertos, terrapuertos, ferrocarriles, parques tecnológicos, etc.), y la
apuesta en el mundo digital y cuántico; en esta línea, emprender la
digitalización de las universidades, gobiernos locales y demás instituciones tutelares
de la sociedad.