La visión de Noam Chomsky
A continuación reproducimos en econoblognet, del Periódico La Jornada,
lo dicho por Chomsky en una extensa conversación donde repasa las principales
tendencias del escenario internacional, la escalada militarista de su país y
los riesgos crecientes de guerra nuclear. Se detiene en el proceso electoral
estadounidense y esboza una reflexión sobre las esperanzas de paz en Colombia.
Agustín Fernández
Gabard y Raúl Zibechi
Periódico La Jornada
Domingo 7 de febrero de 2016, p. 2
Estados Unidos fue siempre una sociedad colonizadora. Incluso antes de
constituirse como Estado estaba eliminando a la población indígena, lo que
significó la destrucción de muchas naciones originarias, sintetiza el lingüista
y activista estadounidense Noam Chomsky cuando se le pide que describa la
situación política mundial. Crítico acérrimo de la política exterior de su
país, sostiene que desde 1898 se volcó hacia el escenario internacional con el
control de Cuba, a la que convirtió esencialmente en colonia, para invadir
luego Filipinas, asesinando a un par de cientos de miles de personas.
Continúa hilvanando una suerte de contra historia del imperio: Luego
le robó Hawai a su población originaria, 50 años antes de incorporarla como un
estado más. Inmediatamente después de la segunda Guerra Mundial Estados Unidos
se convierte en potencia internacional, con un poder sin precedente en la
historia, un incomparable sistema de seguridad, controlaba el hemisferio
occidental y los dos océanos, y naturalmente trazó planes para tratar de
organizar el mundo a su antojo.
Acepta que el poder de la superpotencia ha disminuido respecto al que
tenía en 1950, la cima de su poder, cuando acumulaba 50 por ciento del producto
interno bruto mundial, que ahora ha caído hasta 25 por ciento. Aun así, le
parece necesario recordar que Estados Unidos sigue siendo el país más rico
y poderoso del mundo, y a nivel militar es incomparable.
Un sistema de partido único
En algún momento Chomsky comparó las votaciones en su país con la
elección de una marca de pasta de dientes en un supermercado. El nuestro
es un país de un solo partido político, el partido de la empresa y de los
negocios, con dos facciones, demócratas y republicanos, proclama. Pero cree que
ya no es posible seguir hablando de esas dos viejas colectividades políticas,
ya que sus tradiciones sufrieron una mutación completa durante el periodo
neoliberal.
Están los republicanos modernos que se hacen llamar demócratas, mientras
la antigua organización republicana quedó fuera del espectro, porque ambas
partes se desplazaron a la derecha durante el periodo neoliberal, igual que
sucedió en Europa. El resultado es que los nuevos demócratas de Hillary Clinton
han adoptado el programa de los viejos republicanos, mientras éstos fueron
completamente desplazados por los neoconservadores. Si usted mira los
espectáculos televisivos donde dicen debatir, sólo se gritan unos a los otros y
las pocas políticas que presentan son aterradoras.
Por ejemplo, destaca que todos los candidatos republicanos niegan el
calentamiento global o son escépticos, que si bien no lo niegan dicen que los
gobiernos no deben hacer algo al respecto. Sin embargo el calentamiento
global es el peor problema que la especie humana ha enfrentado jamás, y estamos
dirigiéndonos a un completo desastre. En su opinión, el cambio climático tiene
efectos sólo comparables con la guerra nuclear. Peor aún, los republicanos
quieren aumentar el uso de combustibles fósiles. No estamos ante un problema de
cientos de años, sino de una o dos generaciones.
La negación de la realidad, que caracteriza a los neoconservadores,
responde a una lógica similar a la que impulsa la construcción de un muro en la
frontera con México. “Esas personas que tratamos de alejar son las que huyen de
la destrucción causada por las políticas estadunidenses.
En Boston, donde vivo, hace un par de días el gobierno de Obama deportó
a un guatemalteco que vivió aquí durante 25 años; tenía una familia, una
empresa, era parte de la comunidad. Había escapado de la Guatemala destruida
durante la administración Reagan. En respuesta, la idea es construir un muro
para prevenirnos. En Europa es lo mismo. Cuando vemos que millones de personas
huyen de Libia y de Siria a Europa, tenemos que preguntarnos qué sucedió en los
últimos 300 años para llegar a esto.
Invasiones y cambio climático se retroalimentan
Hace apenas 15 años no existía el tipo de conflicto que observamos hoy
en Medio Oriente. Es consecuencia de la invasión estadunidense a Irak, que
es el peor crimen del siglo. La invasión británica-estadunidense tuvo
consecuencias horribles, destruyeron Irak, que ahora está clasificado como el
país más infeliz del mundo, porque la invasión se cobró la vida de cientos de
miles de personas y generó millones de refugiados, que no fueron acogidos por
Estados Unidos y tuvieron que ser recibidos por los países vecinos pobres, a
los que se encargó recoger las ruinas de lo que nosotros destruimos. Y lo peor
de todo es que instigaron un conflicto entre sunitas y chiítas que no existía
antes.
Las palabras de Chomsky recuerdan la destrucción de Yugoslavia durante
la década de 1990, instigada por Occidente. Al igual que Sarajevo, destaca que
Bagdad era una ciudad integrada, donde los diversos grupos culturales
compartían los mismos barrios, se casaban miembros de diferentes grupos étnicos
y religiones. La invasión y las atrocidades que siguieron instigaron la
creación de una monstruosidad llamada Estado Islámico, que nace con
financiación saudita, uno de nuestros principales aliados en el mundo.
Uno de los mayores crímenes fue, en su opinión, la destrucción de gran
parte del sistema agrícola sirio, que aseguraba la alimentación, lo que condujo
a miles de personas a las ciudades, creando tensiones y conflictos que
explotan apenas comienza la represión.
Una de sus hipótesis más interesantes consiste en cruzar los efectos de
las intervenciones armadas del Pentágono con las consecuencias del
calentamiento global.
En la guerra en Darfur (Sudán), por ejemplo, convergen los intereses de
las potencias con la desertificación que expulsa poblaciones enteras de las
zonas agrícolas, lo que agrava y agudiza los conflictos. Estas situaciones
desembocan en crisis espantosas, como sucede en Siria, donde se registra la
mayor sequía de su historia que destruyó gran parte del sistema agrícola,
generando desplazamientos, exacerbando tensiones y conflictos, reflexiona.
Aún no hemos pensado detenidamente, destaca, sobre lo que implica esta
negación del calentamiento global y los planes a largo plazo de los
republicanos que pretenden acelerarlo: Si el nivel del mar sigue subiendo
y se eleva mucho más rápido, se va a tragar países como Bangladesh, afectando a
cientos de millones de personas. Los glaciares del Himalaya se derriten
rápidamente poniendo en riesgo el suministro de agua para el sur de Asia. ¿Qué
va a pasar con esos miles de millones de personas? Las consecuencias inminentes
son horrendas, este es el momento más importante en la historia de la
humanidad.
Chomsky cree que estamos ante un recodo de la historia en el que los
seres humanos tenemos que decidir si queremos vivir o morir: “Lo digo
literalmente. No vamos a morir todos, pero sí se destruirían las posibilidades
de vida digna, y tenemos una organización llamada Partido Republicano que
quiere acelerar el calentamiento global No exagero –remata– es exactamente lo
que quieren hacer”.
A continuación cita el Boletín de Científicos Atómicos y
su Reloj del Apocalipsis, para recordar que los especialistas sostienen que en
la Conferencia de París sobre el calentamiento global era imposible conseguir
un tratado vinculante, solamente acuerdos voluntarios. ¿Por qué? Debido a
que los republicanos no lo aceptarían. Han bloqueado la posibilidad de un
tratado vinculante que podría haber hecho algo para impedir esta tragedia
masiva e inminente, una tragedia como nunca ha existido en la historia de la
humanidad. Eso es lo que estamos hablando, no son cosas de importancia menor.
Guerra nuclear, posibilidad cierta
Chomsky no es de las personas que se dejan impresionar por modas
académicas o intelectuales; su razonamiento radical y sereno busca evitar
furores y, quizá por eso, se muestra reacio a echar las campanas al vuelo sobre
la anunciada decadencia del imperio. Tiene 800 bases alrededor del mundo e
invierte en su ejército tanto como todo el resto del mundo junto. Nadie tiene
algo así, con soldados peleando en todas partes del mundo. China tiene una
política principalmente defensiva, no posee un gran programa nuclear, aunque es
posible que crezca.
El caso de Rusia es diferente. Es la principal piedra en el zapato de la
dominación del Pentágono, porque tiene un sistema militar enorme. El
problema es que tanto Rusia como Estados Unidos están ampliando sus sistemas
militares, ambos están actuando como si la guerra fuera posible, lo cual
es una locura colectiva. Cree que la guerra nuclear es irracional y que sólo
podría suceder en caso de accidente o error humano. Sin embargo, coincide con
William Perry, ex secretario de Defensa, quien dijo recientemente que la
amenaza de una guerra nuclear es hoy mayor de lo que era durante la guerra
fría. Chomsky estima que el riesgo se concentra en la proliferación de
incidentes que involucran fuerzas armadas de potencias nucleares.
La guerra ha estado muy cerca innumerables veces, admite. Uno de sus
ejemplos favoritos es lo sucedido bajo el gobierno de Ronald Reagan, cuando el
Pentágono decidió poner a prueba las defensas rusas mediante la simulación de
ataques contra la Unión Soviética.
Resultó que los rusos se lo tomaron muy en serio. En 1983 después de que
los soviéticos automatizaron sus sistemas de defensa detectaron un ataque de
misil estadunidense. En estos casos el protocolo es ir directo al alto mando y
lanzar un contraataque. Había una persona que tenía que transmitir esta
información, Stanislav Petrov, pero decidió que era una falsa alarma. Gracias a
eso estamos acá hablando.
Sostiene que los sistemas de defensa de Estados Unidos tienen errores
serios y hace un par de semanas se difundió un caso de 1979, cuando se detectó
un ataque masivo con misiles desde Rusia. Cuando el consejero de Seguridad
Nacional, Zbigniew Brzezinski, estaba levantando el teléfono para llamar al
presidente James Carter y lanzar un ataque de represalia, llegó la información
de que se trataba de una falsa alarma. Hay docenas de falsas alarmas cada
año, asegura.
En este momento las provocaciones de Estados Unidos son constantes. La
OTAN está llevando a cabo maniobras militares a 200 metros de la frontera rusa
con Estonia. Nosotros no toleraríamos algo así sucediendo en México.
El caso más reciente fue el derribo de un caza ruso que estaba
bombardeando fuerzas yihadistas en Siria a fines de noviembre. Hay una
parte de Turquía casi rodeada por territorio sirio y el bombardero ruso voló a
través de esa zona durante 17 segundos, y lo derribaron. Una gran provocación
que por suerte no fue respondida por la fuerza, pero llevaron su más avanzado
sistema antiaéreo a la región, que le permite derribar aviones de la OTAN.
Argumenta que hechos similares están sucediendo a diario en el mar de China.
La impresión que se desprende de sus gestos y reflexiones es que si las
potencias que son agredidas por Estados Unidos actuaran con la misma
irresponsabilidad que Washington, la suerte estaría echada.
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