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jueves, mayo 10, 2018

HACIA UNA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN Y POSTMODERNIDAD


Desde la segunda parte del Siglo XX, inmediatamente después de culminada la Segunda Guerra Mundial, la humanidad entró a una nueva era a la que muchos llaman “Era del Conocimiento”, “Era de la Información”, “Tercera Ola”, “Tercera Revolución Industrial” y otros más que, en general, pueden ser agrupadas en la llamada “Era de la Postmodernidad”.



La globalización y la posmodernidad, puede decirse, son términos que vienen cobrando relevancia en los estudios recientes vinculados con las ciencias económicas, sociológicas y filosóficas, así como con la educación comparada.


La globalización es un proceso económico, tecnológico, político, social, empresarial y cultural a escala mundial que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global (…) es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por la sociedad, y que han abierto sus puertas a la revolución informática, llegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones nacionales e internacionales (…) se ha expandido en las últimas décadas de la edad contemporánea, impulsado durante la guerra fría y prosigue en el siglo XXI y se caracteriza en economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial, donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria (Wikipedia, 2018). La globalización es pues, un fenómeno que se halla estrechamente unida a la post modernidad.

Según Mendoza (2014), diversos estudios sobre globalización y los cambios que implica en la educación han puesto en perspectiva la situación que prevalece en los sistemas educativos a nivel mundial, donde se ha venido manifestando la necesidad de adaptar la educación a la situación que atraviesa la sociedad globalizada. Según explica María José, la globalización constituye una nueva y específica forma de relación entre los Estados-Nación y la economía mundial, por la cual, los gobiernos nacionales son forzados a buscar la modernización de sus economías nacionales y a potenciar la competitividad internacional de sus sistemas de bienestar nacionales. El fenómeno de la globalización que apareció hace ya algunas décadas, coincidió con la crisis política del Estado de Bienestar y con la crisis económica del petróleo, revelando connotaciones ideológicas propias del neoliberalismo, ya que temporalmente coincide e incorpora elementos de la filosofía política implantada por Margaret Tacher en el Reino Unido, lo cual tuvo un fuerte impacto en los países anglosajones así como del mundo occidental en su conjunto. Por otro lado, el auge y expansión de las nuevas tecnologías han incidido fuertemente en el fenómeno de la globalización.

La posmodernidad se vinculó en un principio con las innovaciones artísticas, tecnológicas y científicas, y aún se refiere a un proyecto que continúa en evolución, con rasgos que siguen conformando las tendencias derivadas de dicho movimiento (Gómez, 2013). Más aún, algunos autores consideran que el tiempo de la posmodernidad ha concluido y plantean nuevas propuestas sobre los paradigmas que consideran vendrán en el futuro, mientras otros proponen la concepción de enfoques con derivaciones más elaboradas y adaptadas a la realidad de estos últimos años, pero tomando como base las ideas originales de la posmodernidad; otros retoman aún los conceptos de la modernidad con adaptaciones al contexto actual. Entre las categorías más conocidas y reconocidas dentro de las teorías de la Post-Postmodernidad figuran Altermodernidad (Bourriaud), Hipermodernidad (Lipovetsky), Automodernidad (Samuels), Merformatismo (Eshelman), Digimodernismo (Kirby) o Metamodernidad (Vermeulen y Van Der Akken), conforme lo citado también por Mendoza (2014).

El movimiento posmoderno emergió en el ámbito científico, filosófico, ético, de la crítica literaria, de la arquitectura y las artes, asociado con ideas de ruptura, culto de lo nuevo, movilidad, aceleración en la historia, discontinuidad, nuevo valor atribuido a lo transitorio, lo esquivo, lo efímero, al relativismo, rebelión contra todo lo que es normativo, imperativo y contra el tradicionalismo paralizante.

El enfoque posmodernista, se caracteriza por dar paso a la diversidad, la diferencia y las distintas voces, se puede considerar como un enfoque relativista, que argumenta un rechazo al eurocentrismo y la injusticia social, del mismo modo, justifica el carácter posmoderno de la sociedad actual debido a aspectos económicos, sociológicos, psicológicos, políticos, epistemológicos y tecnológicos. Su propuesta sugiere la desinstitucionalización de la educación desplazando así la figura de la institución académica tradicional.

Con un carácter esencialmente relativista, el enfoque posmodernista enfatiza en especial el contexto y la cultura, rechazando la naturaleza totalitaria de las metanarrativas que se considera constriñen a la civilización en sistemas de pensamiento totalitario y paralizante. La ilusión de que el centro europeo es de facto un centro universal ha sido fuertemente criticada, sobretodo en un contexto actual donde el orden mundial varía de una configuración bipolar a otra con carácter multipolar, con el poder tan ampliamente distribuido que incluso las grandes potencias ya no son capaces de imponer su voluntad a otras.

Según el enfoque posmodernista, en esta etapa se deben tomar en cuenta los intereses de las distintas culturas y también las voces individuales, así como las tendencias globales, se hace un reclamo de solidaridad con los grupos vulnerables y la protección a los más débiles en todas sus formas.

Frente a la capacidad enorme y creciente de los medios para moldear a los sujetos y mercantilizar concepciones como calidad, ciudadanía o democracia sujetos a intereses específicos, se plantea como una característica más de la posmodernidad. Los medios promueven una idea de éxito, de poder, de riqueza que se adoptan fácilmente en distintos ámbitos; hoy en las instituciones académicas se habla de calidad, de competitividad, de excelencia, de eficiencia y eficacia.

La postmodernidad, como nueva y singular era, se distingue de todas las que le precedieron por su extraordinario dinamismo, puesto de manifiesto en que todo cambia cada vez más rápido, tanto que los cambios en la vida humana se ha hecho extraordinariamente vertiginosos respecto de las épocas anteriores, marcado por el ritmo de las innovaciones incesantes en todos las dimensiones del desarrollo humano, económico, social, político, cultural, etc., dando paso al progreso y el bienestar, pero a la vez, como contrapartida, a la marginación de grandes masas de población empobrecida y subdesarrollada (Roel, 210).

Roel (2010) señala que la Postmodernidad está relacionada con una inestabilidad total, es decir, una persistente inestabilidad económica, social, política, cultural, ética, ambiental, etc., por cuanto las instituciones, normas, conductas, procedimientos, la sociedad en sí, así como la propia mentalidad de las personas se modifican y se habrán de modificar una y otra vez, ininterrumpidamente. Ciertamente todos los incesantes cambios y en todos los campos de la vida, han dado lugar a que la característica más saltante de los tiempos que vivimos sea su carácter completamente inestable, tan sólo interrumpidos por momentos de una estabilidad precaria y fugaz, pues, más temprano que tarde sobreviene -y sobrevendrá- la inestabilidad. Precisamente es esta una definitiva singularidad de Postmodernidad, de la época presente, a diferencia de los tiempos anteriores cuando lo normal y permanente era la estabilidad, y sobre ello se edificó toda la cultura humana.

Entonces, bajo ese contexto, referirse a la influencia de la Postmodernidad en el campo de la educación, es admitir las nuevas formas de conocimiento, actitudes y valores. Algunos, si no todos, con los nuevos rasgos de la posmodernidad, tales como la resistencia a creer en los metadiscursos, el énfasis en la comprensión de la heterogeneidad de grupos sociales e individuos, la búsqueda de historias particulares y de la identidad individual, la capacidad de los medios masivos de comunicación para moldear al sujeto, la desconfianza ante el progreso, entre otros rasgos.

En este escenario global es que se mueven todos los países del mundo, incluido el Perú, escenario que exige un replanteamiento y redefinición de la educación, no sólo con nuevas orientaciones teleológicas y perspectivas, nuevos rasgos, sino también con nuevas estrategias, formas y procedimientos de realización. Es por ello preciso una reforma total de la educación, porque no se puede educar a las personas que viven -y vivirán- en una sociedad inestable o precariamente estable, de la misma manera que se hizo en el pasado, cuando el común denominador de la vida social era la estabilidad y sólo fortuita u ocasionalmente sobrevenía la inestabilidad. La diferencia es, sencillamente, abismal y cada vez creciente. De modo que no puede ni debe seguirse educando a las personas como en los siglos pasados. Se necesita una educación radicalmente diferente para el siglo XXI, para la era de la globalización y la postmodernidad.

Algunos países del mundo como los nórdicos (liderados por Finlandia), Japón Canadá, Australia, y Nueva Zelanda, así como los del sudeste asiático (China, Corea del Sur y Singapur) otrora más pobres y atrasados que nuestro país, ya están entendiendo que esto es así y vienen emprendiendo rápidos agigantados cambios en la educación de sus hijos. Sin embargo, la mayoría, sino todos los países subdesarrollados como el Perú y los otros de América Latina, aún no despiertan de su profundo letargo y se están quedando rezagados históricamente frente a los vanguardistas del siglo XXI.

¿Qué transformaciones debe emprender el Perú, de manera particular, para adecuar su educación de la manera más conveniente y viable a la globalización y postmodernidad? ¿Cuáles son las características generales y específicas de esos cambios con rasgos peruanos que deben llevarse a cabo? ¿Qué agenda debe seguir la investigación en el siglo XXI? ¿Quién o quienes deben promover y ejecutar esos cambios no sólo necesarios sino urgentes? He aquí el gran reto para los científicos, académicos y políticos que tienen verdadera vocación y compromiso de servicio al pueblo peruano. Es preciso abrir el debate a todos los confines del país y hacer llegar nuestros aportes desde los más diversos puntos de vista, sin importar que sean los mejores o los más modestos, o de derecha, izquierda o centro. El Perú nos necesita a todos, ahora y, generacionalmente hablando, es una gran oportunidad, pues, probablemente, no tengamos otra mejor.

Referencias

Mendoza, Alejandro (2014). Disponible en

Roel, Virgilio (2010). Borrador del artículo De la educación en tiempos de estabilidad a la educación los tiempos de inestabilidad, cedido gentilmente al autor del presente.  

Wikipedia, la enciclopedia libre. En https://es.wikipedia.org/wiki/Globalizaci%C3%B3n (Consultado el 10 de mayo de 2018).

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