La Misión del FMI, Fondo Monetario Internacional, encabezada por Martín Cerisola revisó recientemente en Lima el desempeño de la economía peruana en el 2007 y concluyó que "La notable expansión económica ha resultado en la más alta tasa de crecimiento y el superávit fiscal en una década, en una rápida reducción de vulnerabilidades externas y avances en materia de generación de empleo y lucha contra la pobreza, mientras que la inflación se mantiene entre las más bajas de la región.”
Según comunicado de prensa(1) dicho organismo señala que "Este notable desempeño económico también ha ocasionado algunos dilemas de política económica. La inflación, impulsada por el crecimiento de los precios de los alimentos, se ha acelerado por encima de la meta oficial; y el aumento de los flujos de capitales ha intensificado las presiones para que la moneda local se aprecie”.
Al respecto, la referida Misión considera que “Las respuestas de las políticas han sido prudentes (…), balanceando los riesgos a la estabilidad macroeconómica con la necesidad de sostener una desdolarización ordenada y la competitividad externa”. Asimismo, dicen haber verificado “los avances en materia de aliviar las necesidades sociales y reforzar la infraestructura pública. Los cambios al Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), la creación del Fondo de Promoción a la Inversión Pública Regional y Local (FONIPREL) y la aprobación de un marco legal para las operaciones de Asociación Público Privada, son acciones positivas para encarar las necesidades de infraestructura”. Evidentemente, esto es plausible.
La misión del FMI también anticipa optimistamente que “Las perspectivas para el resto de 2008 son favorables, a pesar de los riesgos al crecimiento mundial y las presiones inflacionarias externas. El hecho de que Perú haya asegurado el grado de inversión en estas circunstancias es testimonio de las reformas y políticas prudentes que se vienen aplicando”. No obnstante, esto podría estar sobrecargado de optimismo, toda vez que los precios de los bienes de consumo en el Perú tienen fuertes influencias externas por proceder de fuera muchos de ellos.
Más aún, el comunicado de prensa del FMI exhibe orfandad en revisar las realizaciones en el tema de la desigualdad en la distribución del ingreso nacional, pues de éste, el empleo y la pobreza poco se refieren. Claro que es cierto y satisfactorio el incremento del PBI en el 2007, siguiendo la tendencia iniciada el 2001, tal como se muestra en el gráfico precedente ("la torta sigue creciendo"), y también en las demás cifras macroeconómicas internas y externas, pero en las calles y en el campo la gente común y corriente que es la mayoritaria en el Perú, no percibe mejoras sustantivas en sus bolsillos o mesas familiares, y por el contrario, desde las postrimeriías del 2007 se siente amenazada por el incontrolado aumento de precios de los alimentos y combustibles, tal como nos hemos referido en esta misma columna más de una vez.
¿Será que el foco de atención del FMI sigue centrado en que, países como el Perú, busquen a toda costa mantener la casa en orden para recibir al vecino con dinero, sin importarle que aquellos que esperan apoyo lo hagan con el estómago vacío o a medio llenar?.
Según comunicado de prensa(1) dicho organismo señala que "Este notable desempeño económico también ha ocasionado algunos dilemas de política económica. La inflación, impulsada por el crecimiento de los precios de los alimentos, se ha acelerado por encima de la meta oficial; y el aumento de los flujos de capitales ha intensificado las presiones para que la moneda local se aprecie”.
Al respecto, la referida Misión considera que “Las respuestas de las políticas han sido prudentes (…), balanceando los riesgos a la estabilidad macroeconómica con la necesidad de sostener una desdolarización ordenada y la competitividad externa”. Asimismo, dicen haber verificado “los avances en materia de aliviar las necesidades sociales y reforzar la infraestructura pública. Los cambios al Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), la creación del Fondo de Promoción a la Inversión Pública Regional y Local (FONIPREL) y la aprobación de un marco legal para las operaciones de Asociación Público Privada, son acciones positivas para encarar las necesidades de infraestructura”. Evidentemente, esto es plausible.
La misión del FMI también anticipa optimistamente que “Las perspectivas para el resto de 2008 son favorables, a pesar de los riesgos al crecimiento mundial y las presiones inflacionarias externas. El hecho de que Perú haya asegurado el grado de inversión en estas circunstancias es testimonio de las reformas y políticas prudentes que se vienen aplicando”. No obnstante, esto podría estar sobrecargado de optimismo, toda vez que los precios de los bienes de consumo en el Perú tienen fuertes influencias externas por proceder de fuera muchos de ellos.
Más aún, el comunicado de prensa del FMI exhibe orfandad en revisar las realizaciones en el tema de la desigualdad en la distribución del ingreso nacional, pues de éste, el empleo y la pobreza poco se refieren. Claro que es cierto y satisfactorio el incremento del PBI en el 2007, siguiendo la tendencia iniciada el 2001, tal como se muestra en el gráfico precedente ("la torta sigue creciendo"), y también en las demás cifras macroeconómicas internas y externas, pero en las calles y en el campo la gente común y corriente que es la mayoritaria en el Perú, no percibe mejoras sustantivas en sus bolsillos o mesas familiares, y por el contrario, desde las postrimeriías del 2007 se siente amenazada por el incontrolado aumento de precios de los alimentos y combustibles, tal como nos hemos referido en esta misma columna más de una vez.
¿Será que el foco de atención del FMI sigue centrado en que, países como el Perú, busquen a toda costa mantener la casa en orden para recibir al vecino con dinero, sin importarle que aquellos que esperan apoyo lo hagan con el estómago vacío o a medio llenar?.
No hay que olvidar que el Perú es uno de los países con más inequidad en la distribución de la riqueza producida, tanto en Sudamérica como en el mundo, pues según el informe de la CEPAL (2005) tiene un Coeficiente GINI de 49.8 (donde 0 es total paridad y 1 lo opuesto) y que “el 10% de la sociedad peruana con más riqueza acumula casi 40% de los ingresos o consumo de Perú”(2), hecho ingrato que poco o nada ha cambiado hasta ahora, por cuanto los gobiernos del Perú como el FMI han ignorado y siguen ignorando el problema, por lo que superarlo sigue siendo uno de los principales retos para las generaciones de hoy y mañana.
Al respecto, en un trabajo reflexivo, el Ancashino Adolfo Figueroa (2003) ha propuesto una teoría general del capitalismo basada en un enfoque de exclusión para explicar la desigualdad de los ingresos de los países y sus diferencias, pues en sociedades como la peruana, la existencia de procesos agudos de exclusión social, producto de una desigual distribución inicial de los activos sociales, que hunde sus raíces en la época colonial, sería la causa principal de los elevados niveles de desigualdad observados”(3) y esto, ciertamente, sigue arrastrándose a través de la historia.
En perspectiva, la citada Misión del FMI recomienda que “será importante continuar con las acciones para mejorar el clima de negocios”, en lo “reforzar el cumplimiento tributario y maximizar las sinergias en el manejo de la información” y “profundizar el mercado doméstico de capitales”, además de otras medidas; pero otra vez, olvida incluir en sus recomendaciones el tema de la superación de la desigualdad en la distribución del ingreso que, por supuesto, desde aquí insistimos priorizar al gobierno y a los empresarios nacionales y foráneos, por el bienestar y tranquilidad de todo el país, considerando que era el tema de fondo de las llamadas Reformas de Segunda Generación que hasta ahora no se han realizado y siguen esperando el sueño de los justos. No basta que crezca la torta, sino también hay que repartirla mejor entre los que participan en acrecentarla directa e indirectamente.
Al respecto, en un trabajo reflexivo, el Ancashino Adolfo Figueroa (2003) ha propuesto una teoría general del capitalismo basada en un enfoque de exclusión para explicar la desigualdad de los ingresos de los países y sus diferencias, pues en sociedades como la peruana, la existencia de procesos agudos de exclusión social, producto de una desigual distribución inicial de los activos sociales, que hunde sus raíces en la época colonial, sería la causa principal de los elevados niveles de desigualdad observados”(3) y esto, ciertamente, sigue arrastrándose a través de la historia.
En perspectiva, la citada Misión del FMI recomienda que “será importante continuar con las acciones para mejorar el clima de negocios”, en lo “reforzar el cumplimiento tributario y maximizar las sinergias en el manejo de la información” y “profundizar el mercado doméstico de capitales”, además de otras medidas; pero otra vez, olvida incluir en sus recomendaciones el tema de la superación de la desigualdad en la distribución del ingreso que, por supuesto, desde aquí insistimos priorizar al gobierno y a los empresarios nacionales y foráneos, por el bienestar y tranquilidad de todo el país, considerando que era el tema de fondo de las llamadas Reformas de Segunda Generación que hasta ahora no se han realizado y siguen esperando el sueño de los justos. No basta que crezca la torta, sino también hay que repartirla mejor entre los que participan en acrecentarla directa e indirectamente.
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