¿Cuál es el problema más importante que tenemos en el Perú en este momento?.
Fue la pregunta que el equipo de investigadores de la Universidad de Lima hizo a una muestra representativa de 577 ciudadanos de 18 a 70 años de las Provincias de Lima y Callao, a inicios de Noviembre del 2008, y la respuesta mayoritaria de los entrevistados (casi 40%), fue categórica: la corrupción (1).
Es decir, 4 de cada 10 ciudadanos limeños y chalacos, opina que, en estos momentos, el principal flagelo de la sociedad peruana es la abominable corrupción. Téngase en cuanta que la población de estas provincias significa casi 1/3 de la nacional y es posible que a lo largo y ancho del país también opinen lo mismo.
Claro que, según la encuesta, hay otros problemas que también pesan sobre los hombros de los peruanos, como el desempleo (13%) y la pobreza (10%), pero que, según la encuesta, tienen menor incidencia. A ellos se suman la crisis financiera internacional, la educación deficiente, la crisis de valores, la mala gestión del gobierno, la inflación, el centralismo, el terrorismo y el narcotráfico, en ese orden.
La procesión va por dentro
Pero lo que llama fuertemente la atención, es la tendencia creciente que viene experimentando la corrupción en los últimos años, pues entre el 2001 y 2008 prácticamente se ha triplicado; y desde el 2006, año en el que la actual gestión gubernamental asumió la conducción del país, su magnitud se ha incrementado en 12%, mostrando el agravamiento de este pernicioso mal social y haciendo presagiar que, a futuro, podría ir en aumento y complicar todavía más la moral de la sociedad peruana, poniendo en riesgo la frágil estabilidad democrática y la recuperación económica del país.
Las cifras, así como los videos que presentamos en esta página, permiten afirmar que, probablemente hay gente corrupta en todos los escalones sociales del Perú, desde autoridades y funcionarios públicos y privados, hasta subalternos y trabajadores de base, quienes dejan mucho que desear en su desempeño frente a la sociedad. Prueba de ello es que, conforme a los resultados de la encuesta, casi la mitad de los peruanos sabe a cerca de las denuncias sobre los llamados petroaudios, hechos a través de algunos medios de comunicación que se atrevieron a informar. aunque se pueden volver a ver en los videos de youtube ofrecidos por internet.
El hecho es que se ha podido apreciar claramente la actuación inmoral (probablemente delictiva) de algunos funcionarios públicos y profesionales privados en torno a la concesión de los lotes de petróleo. Al parecer, en magnitud, algo similar, a lo ocurrido en los años 90s durante la época de privatización de empresas públicas durante el gobierno fujimontesinista, que se convirtió en una escandalosa cleptocracia (2) que terminó por sustraer grandes es sumas de dinero al país (3), hasta que el pueblo se vió obligado a detener esta insanía en las calles y el congreso llegó a defenestrarlo tras la huida del "lider".
Más de lo mismo antes y despues de los petroaudios: corrupción y corrupción
¿Por qué la corrupción quiebra las normas morales?
Cuando una persona quiebra las normas morales con sus actos, es común atribuir como causa principal a las deficiencias en la educación. Sin embargo, situaciones como las aquí comentadas, no son fáciles de explicar, pues, en la realidad, hay una mezcla de factores internos o externos al individuo que, en mayor o menor medida, determinan que una persona robe, asesine, mienta, viole, sea ociosa, de coimas y quebrante la moral. De modo que es parcial y equivocado atribuir los fracasos sólo a la educación, aunque posiblemente este factor, tenga algo que ver con el cáncer de la corrupción.
¿Qué ocurre con la conducta de un niño o un joven cuando recibe una educación inapropiada durante muchos años, o el mal ejemplo de sus congéneres? Asimismo, ¿Qué pasa con el comportamiento de un profesional que sirve a un gran número de personas, pero que es bombardeado todo el tiempo con mensajes egoístas, usureros y alentadores del individualismo en el ser humano?
Indudablemente, se trata de personas y, más aún, de grupos de personas mafiosas que se hallan enquistadas en las jerarquías públicas y privadas y cometen desvergonzadamente actos de corrupción, evidenciando serias dolencias éticas. Pero también hay otras personas "sin corazón" que aplican políticas públicas de enfoque individualista o egoista, sin importar sus consecuenciás penosas en la población pobre y de clase media.