El Premio Nobel de Economía 2007, Eric
Maskin, inauguró en Lima el "Seminario CIES: 25 años construyendo
conocimiento para mejores políticas", al cual asistimos por la UNASAM. En su conferencia magistral dio a
conocer los resultados de su reciente investigación
sobre la cuestión ¿por qué la Globalización no ha reducido la
desigualdad en las economías emergentes? Su tesis, elaborada junto a Michael
Kramer, es una propuesta teórica novedosa y retadora que aporta a
desentrañar este gran problema mundial y, consecuentemente, establece pautas para enfrentarlo eficazmente.
La Globalización en los últimos 20 años
El
laureado investigador Eric Maskin inició su disertación destacando la gran expansión de los ingresos económicos en los últimos 20 años de Globalización, puesto de
manifiesto en la mayor producción y comercio internacional de bienes y
servicios, los cuales están motivados por los menores costos de transporte,
menores costos de comunicación y por la remoción de las barreras al comercio.
Destacó
que la Globalización hizo presagiar un mayor crecimiento económico y una reducción tanto
de la pobreza como de las inequidades de ingreso en las economías emergentes, tales como China e India. Los primeras objetivos se han logrado: como muestra basta citar a China, que vio crecer
su ingreso medio por habitante entre 8 a 10 % al año y su pobreza se redujo
ostensiblemente; pero hizo notar que las brechas de desigualdad entre ricos y pobres no han
disminuido significativamente, por lo que señaló que allí está el gran problema de los países
emergentes, visto ello desde el argumento igualitario, la erradicación de la pobreza
y la preservación de la estabilidad política.
Maskin
afirma que en los últimos 200 años (desde David Ricardo) la Teoría Clásica de las Ventajas Comparativas
fue útil para orientar la distribución de los ingresos basado en la dotación
factorial de recursos, especialmente de mano de obra. Un país es rico si posee
una fuerza laboral altamente calificada y predispuesta para generar bienes de
mayor contenido tecnológico (como el software para computadoras), frente a otro
dotado de mano de obra no calificada y sólo capaz de producir bienes de bajo
contenido tecnológico (como el arroz), y en el escenario del comercio entre los
países, los trabajadores mejor capacitados de unos países salen beneficiados y los
de otros no. En la Globalización actual, la teoría clásica tiene serias limitaciones
y cuestionamientos para resolver la brecha de desigualdad de ingresos en los
países emergentes.
Fundamentos de la teoría propuesta por Maskin
El Economista Maskin, basado en las observaciones
de la Globalización en los últimos tiempos, afirma que, una de las promesas de ésta fue reducir la desigualdad. Si bien se cumplió esto en el pasado, en el
siglo XIX, cuando el comercio entre
Europa y Estados Unidos sirvió también para trasladar conocimiento entre
los trabajadores, lo cual impactó en sus ingresos, sin embargo, en la Globalización actual este modelo no se ajusta a la realidad, pues los procesos productivos han hecho que las
personas menos educadas en los países emergentes queden al margen de sus
beneficios.
La
teoría sustentada por Maskin señala que
las organizaciones requieren personas
con aptitudes gerenciales y subordinados. No interesa contar una
alta gerencia con trabajo subordinado de baja capacitación; pero sí una alta gerencia
con trabajo subordinado de alta calificación, lo cual repercute en una mayor
productividad y mayores salarios.
En
los países ricos las diferencias educativas entre ambos tipos de trabajadores no son tan
grandes, por lo que es más eficiente y rentable unir a las personas con
distintos niveles de capacitación y transferir conocimiento de los unos a los
otros. En la actualidad, afirmó Maskin, lo que sucede es que las empresas de los países ricos pueden
tomar personal subordinado en los países emergentes, y bajo este esquema, ya no es rentable juntar a los más capacitados con los
menos capacitados, sino mantenerlos aparte, cada cual en su grupo de producción;
pero este modo hace que solo los mejor capacitados en los países emergentes
logren aprovechar las oportunidades laborales internacionales, mientras los
poco capacitados quedan al margen de los beneficios.
Eric Maskin afirmó, también, que los
programas sociales y transferencias condicionadas, si bien alivian la pobreza
en el corto plazo, no solucionan el problema a largo plazo y menos aún la
desigualdad en el país.
Sobre este punto, es necesario recordar que, el
presupuesto de los programas sociales en el Perú se incrementó en 50%, mientras que la pobreza se redujo apenas en 1.9%, con lo
cual se llegó al 23.9% en 2013. Probablemente este nivel de pobreza se mantenga en el año 2014, en vista de la desaceleración económica en curso.
Bajo el escenario descrito, el Economista Maskin, de 63 años y profesor de las Universidades de Harvard y Princeton de los Estados Unidos, se preguntó: ¿Quién puede pagar el costo de la capacitación de la fuerza laboral no calificada?, y se respondió enfáticamente que la responsabilidad recae en el gobierno nacional, primero, luego a las ONGs y a las agencias internacionales que realizan este tipo de asistencia. Se necesita una ayuda, recalcó.
De manera que la tesis esencial para resolver el problema de la pobreza y la desigualdad en el largo plazo, según Maskin, es la capacitación de los trabajadores poco o nada calificados, con el financiamiento del Estado, por cuanto esos trabajadores están imposibilitado de solventar sus gastos de capacitación, dada su condición de pobreza. Los programas de transferencias condicionadas constituyen una forma en que el Gobierno puede asegurarse que las familias eduquen a sus hijos, sugirió.
Maskin considera que la población debe tener
los medios para ganarse su propio sustento y los programas sociales pueden
ayudarles a llegar a ese punto dándoles asistencia, educación y capacitación
laboral a corto plazo y a largo plazo; sin embargo advirtió que el problema es que
el sector privado no tiene suficientes incentivos para capacitar a los
trabajadores menos o no capacitados, pues su inversiones en capacitación corren el riesgo de perderse si el trabajador se desplaza hacia la competencia.
En esa línea, propuso que el gobierno
subsidie u otorgue beneficios tributarios a las empresas para apoyar la capacitación
de a los trabajadores menos preparados, de tal forma que ambas partes gocen de
un beneficio que repercutirá en el mediano plazo en la economía, de lo contrario -advirtió- que la distribución de los beneficios de la Globalización seguirá siendo desigual.
Conclusión
El Economista Maskin concluyó su
conferencia manifestando que es imposible detener la Globalización en
curso, por cuanto ésta seguirá avanzando y creando mayores ingresos económicos, y muy a pesar de que la distribución de sus beneficios es desigual, sobre todo en los países emergentes. Frente a ello, el gobierno nacional y otras organizaciones asistenciales de la
sociedad deben hacer todo lo posible para que los trabajadores no calificados o menos calificados puedan compartir los beneficios de la Globalización mediante una mayor educación y capacitación, lo cual se traducirá consecuentemente en mayores salarios y en
una mayor equidad.