En el año 2017, el 21,7% del total de la población peruana, vale
decir en cifras absolutas casi 7 millones de personas, se encontraban en
situación de pobreza. Al comparar estos resultados con los de 2016, se encuentra que la pobreza aumentó en 1,0 %, mejor dicho en 375 mil nuevos pobres. La pobreza reinició su
crecimiento en 2017 luego de descender durante el decenio 2007-2016 y, tal
como va la economía, política y la moral actual del país, parece que seguirá creciendo en 2018.
Se trata de un hecho que llama la atención y es de por sí preocupante. Merece
conocerlo de cerca e intentar la búsqueda de explicaciones objetivas y el planteamiento de estrategias y políticas a fin de cambiar la realidad social y superar este crucial problema cuanto antes y duraderamente.
Medición de la pobreza en el Perú (1)
En el Perú, la pobreza se mide bajo el enfoque monetario
y se utiliza el gasto como indicador del bienestar de las personas.
Para medir la pobreza, según el enfoque monetario, es necesario contar con datos sobre el valor de la canasta
mínima alimentaria y no alimentaria, valor conocido como Línea de Pobreza y cuyo costo al año 2017 ascendió a S/ 338 por
persona y, por hogar promedio de cuatro miembros, a S/ 1,352.
Una persona cuyo gasto
per cápita es menor a la Línea de Pobreza es considerada pobre; y, por su parte, un pobre extremo es aquella persona que no cubre siquiera el valor de
la canasta alimentaria que asciende para el año 2017 a S/ 183 per cápita o S/
732 por hogar.
Evolución de la pobreza reciente
En el año 2017, la pobreza monetaria afectó al 21,7% de
la población del país, según el informe de Resultados de la Pobreza Monetaria en el
Perú 2017 informado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, INEI que, además informó que en el decenio 2007-2017 la pobreza disminuyó en 5 millones 180 mil personas y, específicamente en el quinquenio 2013-2017 lo hizo en 872 mil personas. De modo que la pobreza monetaria se
redujo en 20,7 % en la última década y 4,1 % en los últimos cinco años.
Sin embargo, el INEI también acotó que, según la Encuesta Nacional
de Hogares, ENAHO, en el año 2017 la pobreza se incrementó
en 375 mil personas, es decir, 1,0 % más que el año 2016 y afectó en total a 6
millones 906 mil personas de nuestra patria.
Cambios en el gasto real
En el año 2017, el gasto real promedio per cápita mensual
fue de S/ 732 y en comparación con el nivel de gasto del año 2016, disminuyó en
0,2%. En tanto, en los últimos cinco años aumentó en 4,9%, al pasar de S/ 698 a
S/ 732 en el año 2017.
Asimismo, el gasto real per cápita mensual disminuyó en
la mayoría de estratos de la población, excepto en el quinto quintil (20% más
rico de la población), donde se incrementó en 0,8 %.
Cambios en el ingreso real
En el año 2017, el ingreso real promedio mensual por persona
se situó en S/ 962 y respecto al año 2016 disminuyó en 1,5%. En los últimos
cinco años, el ingreso real promedio per cápita aumentó en 3,8%.
De igual modo, el ingreso real per cápita mensual
disminuyó del segundo al quinto quintil. Por otro lado, el primer quintil (20%
más pobre) se mantuvo en el mismo nivel del año 2016.
La pobreza es más rural que urbana, pero ésta crece más rápidamente
Es de destacar que, por área de residencia de las
personas, la pobreza afectó al 44,4% de su población rural, frente al 15,1 %
encontrado para el área urbana, o sea que por cada 3 campesinos pobres existe un poblador urbano pobre. Definitivamente,
la pobreza está embalsada en el área rural ¿No es acaso esta situación una
consecuencia del prolongado abandono de la pequeña agricultura –fuente de vida principal
de este enorme sector poblacional- por haber elegido políticamente, en su lugar, a la minería como el principal
motor del desarrollo? ¿y que hay de la tambien postergada economía campesina?
De otro lado, en comparación a lo registrado en el año
2016, la pobreza aumentó en 1,2 % en el área urbana, mientras que en el área
rural, 0,6 %, lo que quiere decir que la velocidad de crecimiento de la pobreza
ha sido mayor en las ciudades que en el campo. ¿Reflejan estos datos, acaso, la
extendida informalidad urbana y la situación marginal de las numerosas MYPES del país?
¿y qué hay del estancamiento de los gastos sociales en la lucha contra la pobreza y la presencia negativa de la mega corrupción?
En el Perú hay muchos pobres y muy pocos ricos billonarios
Frente a los casi siete millones
de pobres del país, los billonarios
más ricos de nuestra patria (con más de mil millones de dólares de riqueza
acumulada por cada uno) son apenas seis y con
nombre propio, según Oxfam -que señala como fuente informativa a Forbes- Ellos
son, ordenados de mayor a menor riqueza: Carlos Rodríguez Pastor, Vito
Rodríguez, Ana María Brescia Cafferata, Eduardo Belmont Anderson, Eduardo Hochschildt
y Jorge Rodríguez Rodríguez (2). Estas personas figuran también en la lista de los más ricos del mundo identificados por Forbes.
Evidentemente, la brecha de la desigualdad entre los pocos ricos y los
muchos pobres es enorme y está creciendo desmesuradamente, situación que explica, de por sí, injusticia social y los
males asociados a éste como la violencia social, los homicidios, tráfico de drogas, prostitución, etc. Y no es que la riqueza sea mala, pues todos debemos aspirar a ser más ricos para aumentar nuestro bienestar, sino que lo malo está en que se halla desigualmente distribuida entre los peruanos. Este mal también se repite en toda América Latina, pues no en vano es catalogado como el continente de mayor inequidad en el mundo.
El PBI del
Perú creció en promedio por encima de 6% al año durante largos años; sin
embargo el salario real de los trabajadores no subió en el mismo ritmo sino apenas
en 2%. Esta situación determinó que los ingresos de los trabajadores, como
proporción del PBI, descendieron casi 10% al cabo de dos décadas, mientras los
excedentes de explotación (o sea las ganancias empresariales), aumentaron en
12% en esas mismas dos décadas. Observe la información de la figura 3.
¿Qué hacer contra la pobreza y la desigualdad?
Luchar contra la pobreza y la desigualdad no es nada fácil. Implica grandes reformas, determinaciones estratégicas, políticas y enormes sacrificios sociales. El propósito esencial de todo ello
apunta a mejorar el bienestar no sólo de la inmensidad de pobres, sino también
de la clase media hoy marginada siguiendo las pautas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible definidas por las Naciones Unidas; un cambio que el mercado no puede acometer por sí
solo, sino con el accionar estratégico y político del Estado. Para eso, obviamente, se requiere de mayores recursos públicos.
Tener sistemas tributarios inadecuados e injustos, así como la presencia de la evasión y elusión de impuestos, cuestan al Perú, miles de millones de dólares en ingresos tributarios impagados, unas cantidades que podrían y deberían invertirse en luchar contra la pobreza y la desigualdad. Se requiere, por tanto, de una reforma tributaria y también de una reasignación progresiva del gasto
público desde los bienes y servicios no sociales a los bienes y servicios
sociales, en la ruta de formar y consolidar rápidamente un stock de capital
social y humano que activaría el dinamismo de una economía social de mercado orientado a las
grandes masas de población pobre y de mediano ingreso (3).
El incremento
de los ingresos tributarios es clave para la inversión pública en la reducción
de algunas de las brechas históricas del país, como el acceso marcadamente
segregado a bienes públicos de calidad en el ámbito de la salud, educación, el
transporte y la infraestructura social y productiva. En tal sentido, urge que el Estado Peruano defina de una vez por todas las reformas sociales necesarias y las políticas integrales de desarrollo y, particularmente de lucha contra la pobreza y la desigualdad social, implementando, entre otra medidas, las siguientes:
· La aplicación
de mayores impuestos a las ganancias de las grandes empresas extranjeras y nacionales
y a las grandes riquezas acumuladas por los contados dueños del Perú, viejos y
nuevos.
· La cobranza de
las grandes deudas de las corporaciones privadas al Estado y corte de los
subsidios y transferencias a las mismas y la eliminación o drástica rebaja de la evasión y elusión tributaria.
· La recuperación
de los enormes fondos públicos robados por los altos funcionarios del Estado y
los agentes del sector privado, nacionales y extranjeros bajo los esquemas de
la mega corrupción y la erradicación de este mal social.
· La disminución
drástica de los sueldos dorados y estipendios de los altos funcionarios del Estado hasta
niveles razonables y justos.
Esas mayores recursos logrados con los
cambios tributarios y no tributarios, bien pueden ser invertidas decididamente en lo siguiente:
· Aumentar y mejorar
la calidad de las inversiones en la salud de la población pobre y de la clase
media, priorizando a los niños y mujeres en gestación y lactación y en situación de anemia.
· Aumentar y
mejorar la calidad de la educación en todos los niveles y modalidades de la
gente pobre y de clase media, principalmente de los niños y jóvenes, a fin de
elevar la productividad laboral en el futuro.
· Impulsar el
desarrollo de la ciencia, tecnología e innovación dirigida a potenciar las actividades
productivas estratégicas, la capitalización social y humana, incluyendo la formación y fortalecimiento del espíritu emprendedor de la gente del pueblo e ingresar con pie derecho a la era del conocimiento y la
información.
· Diversificar
estratégicamente las actividades económicas del país, priorizando la modernización
de la pequeña agricultura y la economía campesina ligándola al mercado a través
de corredores viales y la organización de conglomerados económicos orientados a los mercados interior y exterior; asimismo
impulsar la industria de bienes de consumo, intermedio y de bienes de capital, del turismo nacional y
extranjero a mayor escala, así como de otras actividades de servicio competitivo y, a partir de ello, generar
para los desocupados y subocupados, de hoy principalmente jóvenes sin oportunidades, nuevos empleos productivos y de ingresos dignos que se eleven al compás del aumento de la
productividad laboral.
Perú requiere dar ese viraje estratégico en su desenvolvimiento y salir del marasmo que le impone la primarización económica derivada del consenso de Washington de los 90s. Esta es la
hora del cambio y la lucha por el bienestar y la equidad.
Basta ya de aceptar fácilmente propuestas
mentirosas como los llamados "sobrecostos laborales", el recorte de los derechos
laborales ganados históricamente y con sacrificio, los despidos intempestivos y abusivos de los trabajadores, tal como proponen y abanderan los
grandes empresarios que sólo buscan ganar más y más a costa de sus humildes servidores,
hoy desprotegidos por sus gremios y por el propio Estado.
Debe
considerarse que los salarios y sueldos reales de los trabajadores en el Perú no sólo son
bajos, sino que crecen insuficientemente desde hace tiempo en comparación de las ganancias de las enormes corporaciones. Otra muestra de ello es la evidente brecha entre los ingresos urbanos y rurales, sino también el estancamiento de los ingresos de los trabajadores agrícolas desde el año 2011, tal como se ilustra en la figura 3, lo cual evidencia la pobreza existente en el país.
En consecuencia, por justicia y equidad social, es preciso emprender esas
y otras reformas sociales profundas, dirigidas a favorecer a todos los peruanos de hoy y del futuro,
empezando por los más pobres y la siempre olvidada clase media.
El Perú es de todos y no de unos pocos ricos.
Referencias
(1) https://www.inei.gob.pe/media/cifras_de_pobreza/informe_tecnico_pobreza_monetaria_2007-2017.pdf
(2)https://rpp.pe/economia/economia/forbes-2019-estos-son-los-seis-empresarios-mas-ricos-del-peru-ricos-peruanos-noticia-1184301
(3)https://www.cepal.org/es/publicaciones/3828-pobreza-distribucion-ingreso-america-latina-complementariedades-politica