Luego de un paciente, riguroso y metódico estudio contextualizado en varios países hispanoamericanos, pero especialmente enfocado en la Colombia de hoy (antes Nueva Granada), CONCLUYÓ LO SIGUIENTE:
Que la calidad de los
sistemas judiciales es un determinante del desarrollo económico. Las
diferencias en la eficiencia económica de los sistemas legales pueden
explicarse, por lo menos parcialmente, con razones históricas (...) La influencia de la herencia colonial en los
sistemas legales predominantes en buena parte del mundo. Los países colonizados
por España tienen en promedio sistemas legales más corruptos y con menos
protección de los inversionistas que los países colonizados por otras potencias
europeas como Inglaterra.
Las particularidades
de la economía política en España e Inglaterra durante la época de surgimiento
del capitalismo se reflejaron en las diferencias entre sus sistemas legales.
Mientras el sistema legal franco–español favoreció las aspiraciones de un
estado clientelista y burocratizado, la tradición legal anglosajona fortaleció
el surgimiento del empresario capitalista. Ese sistema consolidó la decadencia
relativa de España mientras que el otro consagró el predominio de Inglaterra en
la economía moderna.
La venalidad imperante
en el sistema judicial colonial, así como su ineficiencia y las limitaciones
técnicas de sus normas, actuaron como una barrera que impidió el surgimiento de
empresas capitalistas como las que caracterizaron a otras colonias europeas a
partir del siglo XVIII. La mala calidad de la justicia colonial fue un factor
explicativo del subdesarrollo en que vivieron las colonias hipanoamericanas
hasta la Independencia, del mismo modo que la actual corrupción e ineficiencia
del sistema judicial los países latinoamericanos sigue obstaculizando el
crecimiento moderno de la Nación. Las economías de los países de hoy caracterizadas
históricamente por la interacción entre rent-ceekerc privados
y el Estado clientelista, ha mantenido una relación de mutua conveniencia con
un sistema legal débil y corrupto. Esta relación empezó en la Colonia y
prosigue hasta nuestros días.
Como se ven, las
conclusiones son claras, sencillas, racionales, evidentes empíricamente y
útiles.
Por lo tanto, nos permite
proponer esta recomendación de política de crecimiento y desarrollo: Es
imperativo postular en nuestros países al corte definitivo de este tipo de sistema judicial
colonial débil y corrupto y reemplazarlo por otro sistema judicial justo y proclive
al auge del emprendimiento y la expansión de las empresas capitalistas, estatales y mixtas que contribuyan a diversificar y dinamizar el crecimiento
y desarrollo sostenido del nuestros países latinoamericanos.
Es preciso consolidar la independencia de los países de la región cortando de una vez por todas las viejas ataduras coloniales heredadas por el Estado Colonialista Español que aún nos tiene arrinconados en el tercer mundo.
Es preciso consolidar la independencia de los países de la región cortando de una vez por todas las viejas ataduras coloniales heredadas por el Estado Colonialista Español que aún nos tiene arrinconados en el tercer mundo.
Para el Perú, particularmente, este es
el momento del cambio, ahora que sus últimos cinco presidentes parecen estar involucrados
en el escandaloso Lavajato de Odebrecht y ser parte de las cleptocracias más grandes e
intrincadas de la historia republicana del país. Una situación crítica y por demás vergonzosa que de por sí habla del subdesarrollo en el que estamos hundidos y con la moral por los suelos.