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jueves, julio 14, 2011

CONFIRMAN CONDENA A FUJIMORI POR CORRUPCIÓN


La Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia confirmó ayer la condena de seis años de prisión al Alberto Fujimori, ex presidente del Perú, quien deberá pagar con 6 años de cárcel y una indemnización algo mayor a 24 millones de nuevos soles por los casos de corrupción de funcionarios: cohecho activo genérico en agravio del Estado; y violación del secreto de las comunicaciones, interferencia telefónica en agravio de 28 personas. Se trata de una causa independiente a la de los delitos contra los Derechos Humanos por los que está condenado a 25 años; por usurpación de funciones, seis años y otra causa que aún está en curso, vinculado por pagos a Vladimiro Montesinos.

La condena fue confirmada por la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema integrada, para este caso, por los jueces supremos Robinson Gonzales Campos, Jorge Solís Espinoza, Duberlí Rodríguez Tineo, Elvia Barrios Alvarado y José Neyra Flores, al desestimar por unanimidad los recursos interpuestos por la defensa del inculpado, e inclusive de la Fiscalía que pedía ocho años de pena (1).


Para el tribunal que juzgó el caso, los cargos se encuentran “suficientemente acreditados”. Los delitos señalados incluían peculado doloso, corrupción de funcionarios, cohecho activo genérico, en agravio del Estado; y violación del secreto de las comunicaciones, interferencia o escucha telefónica, en agravio de 28 personas. Gran parte de la indemnización tendrá como destino el Estado, y una menor parte deberá ser repartido entre los 28 agraviados (2 y 3).

La resolución suprema precisa también que los hechos imputados al ex dictador, referente al uso de fondos públicos para asegurar su reelección y el control del Congreso de la República, así como haber liderado una organización criminal, resultan probados con la aceptación de los cargos, realizada durante el juicio público.

El fallo establece, así mismo, una sanción de prohibición para ejercer cargo público, pero esta ya se cumplió al haberse dado el año 2001.

Indica además que Fujimori se acogió a la conclusión anticipada del juicio, con la aceptación de su abogado, lo que implica el reconocimiento de responsabilidad penal y civil de los hechos descritos en la acusación fiscal y la resolución de extradicción.

Esta es la tercera condena que la Corte Suprema ratifica sobre Fujimori, tras los seis años por usurpación de funciones, y los 25 por crímenes contra los Derechos humanos. Aún resta la ratificación de la condena a siete años y medio por pagos a Vladimiro Montesinos.

La ratificación se da a conocer días después de que algunos sectores políticos pidieran el indulto del ex presidente y comentaran públicamente de que está sumido en una profunda depresión al punto de haberle hecho perder 15 kilos, lo que habría conllevado a que sus familiares desautoricen los pedidos particulares de indulto.

Esta es una nueva muestra de la lucha frontal contra la corrupción en la que se halla empeñada la justicia en el Perú.

Referencias:

domingo, mayo 29, 2011

CLEPTOCRACIA: LA MAYOR PANDEMIA DESTRUCTIVA DEL SIGLO XXI

El término cleptocracia viene del griego Kleptein, que significa ladrón; y Kratos, gobierno. Es un sistema de gobierno donde a nombre de un partido político, alianza electoral, coalición o movimiento político, sea oficial o secreto, una banda organizada de ladrones institucionaliza un gobierno que administra el poder público y privado basado en el robo de los recursos y el aprovechamiento de todas las oportunidades de la gestión pública y privada para el enriquecimiento personal, familiar y de sus grupos conexos.


¿Qué es la Cleptocracia?

Cleptocracia es un término de reciente acuñación y se usa despectivamente para decir que un gobierno es ladrón y corrupto porque recurre al nepotismo, clientelismo político, peculado, malversación de fondos, asociación ilícita para delinquir y otros delitos, de forma que sus acciones delictivas quedan impunes, gracias a que todos los sectores del poder actúan similarmente, desde la justicia, los militares y funcionarios del Estado en sus distintos niveles e instancias, hasta la prensa rastrera e hipócrita, el sistema político, económico y administrativo (1).

La cleptocracia llega al poder, mayormente, por la vía de las elecciones con el pbjeto de “legitimarse” o, alternativamente, por los autogolpes, aclamaciones, arreglos reglamentarios y reelecciones, e incluso cuentan con instancias pseudo fiscalizadoras para camuflarse ante el pueblo y dentro de él. 

Esta banda de ladrones, habilidosa y cínicamente usa el poder público para asegurar el lucro de los empresarios privados con los que se vincula y convive. La integran viejos y mañosos políticos asociados a otros nuevos procreados y acuñados con las mismas mañas y subterfugios. Sobresalen los gángsters o sicarios de cuello blanco que se muestran dinámicos y transitan de partido en partido, de ideología en ideología, o desde la dictadura a la democracia o viceversa, o de puesto en puesto entre instituciones similares. Merodean entre ellos los oportunistas de siempre (los “cazafortunas”), los profesionales incapaces, pero ávidos de poder, estatus y dinero fácil; y, por supuesto, tampoco faltan los dirigentes populares mediocres y vividores y muchos miserables y envilecidos de la prensa (2).

Los cleptócratas, por su naturaleza delincuencial, constituyen gobiernos absolutistas, discrecionales y sin transparencia. El abuso de poder de aquellos que encarnan la autoridad, tanto para manipular los procesos políticos, económicos y sociales como administrativos, es una constante. Se organizan en distintos sectores y niveles del poder estatal y de la sociedad civil; estructuran sistemas globales, regionales, nacionales, locales e institucionales; por eso, cuando se les agota un régimen, no dudan de pasar a otro, sea este centralizado, descentralizado o autónomo, todos ellos sirven para sus fines.


Para Besberry, Jim, Asesor del Banco Mundial (3) “...a los cleptócratas no les interesa el medio para llegar al poder, simplemente se desarrollan como un cáncer corrompiendo a más personas hasta que toman el control total de las instituciones...cuando la corrupción se convierte en un habito diario, los sobornos se hacen parte de la estructura de costos de los empresarios y en suplementos de sueldos de empleados públicos y privados”. afirma contundentemente.

Globalización de la cleptocracia




La globalización de la cleptocracia es, sin duda, una de las mayores pandemias que afecta al mundo actual y se halla en irrefrenable expansión, bajo el marco de la ideología del neoliberalismo, donde todo se tranza en el mercado invisible, pues todo tiene un precio, inclusive en los gobiernos heterodoxos e institucionalistas. 

La cleptocracia prácticamente constituye un mal endémico en muchos países del mundo. En América Latina destacan Perú, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, Nicaragua y Venezuela que padecen o han padecido este pernicioso mal en su vida republicana. Perú, vale decir nuestra patria, destaca más y más en los últimos años por la magnitud de los robos y su asociación con la violencia homicida, y pese a ello no se hace nada o se hace muy poco por detenerla.


Hay casos en países asiáticos, africanos y latinoamericanos sobre denuncias y procesos judiciales a ministros, jueces, generales, gerentes e inclusive presidentes de la república o jefes de gobierno de las distintas instancias gubernamentales. En algunos casos se han derribado estructuras completas de gobierno hasta ser destituidos y encarcelados; otros países más radicales han fusilado a los corruptos sin contar a los que se suicidaron al ser descubiertos y existir baja tolerancia a la corrupción.


Los rasgos de la cleptocracia

En el imperio de la cleptocracia los mecanismos del gobierno de un Estado se dedican casi enteramente a gravar los recursos e ingresos de la población del país (por medio de impuestos que no se les retribuye a ellos; desvíos de fondos de privatizaciones, transferencias de recursos tributarios provenientes de la explotación de recursos naturales, como el canon minero de la minería, o de la explotación del petróleo, gas natural y otros recursos naturales, así como otros tipos de negociados. 

Los dirigentes del sistema cleptocrático amasan grandes fortunas personales, en especial el presidente o el mayor cargo de jefe de estado, junto a sus más allegados como los ministros, vice ministros y asesores personales. Estos mismos hechos se repiten a menor escala en los gobiernos subnacionales; a nivel regional y municipal, incluso en lo institucional y empresarial.

En la cleptocracia el dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas e inaccesibles, por lo general en los llamados paraísos fiscales  como forma de encubrimiento del robo (4).

La cleptocracia se da más de las veces en las dictaduras o gobiernos autocráticos o autoritarios, puesto que en la democracia se hace más difícil encubrirla, aunque ha habido casos de gobiernos en apariencia democráticos que han sido considerados cleptócraticos ("democraduras").

La ideología o supuesta ideología profesada, tiene poco o casi nada que ver con el cleptócrata. Así se puede encontrar en el mundo a mandatarios socialistas como  Milosevic, o capitalistas como Suharto u Fujimori, todos ellos catalogados en general, como cleptócratas por Transparencia Internacional.

Detrás del poder cleptocrático se organizan los aparatos del sistema, compuestos por destacamentos policiales y militares con mando centralizado, cuentan con espías, medios de comunicación y mercenarios manipuladores y depravadores de la ideología y de la opinión pública. 

También se estructuran redes de lealtades en el poder judicial prevaricador; y todos actúan con la arrogancia y la desfachatez de sentirse lavados y validados por la democracia, el olvido público, la tolerancia a la corrupción y la autoridad oficial y la ley: Obviamente los cleptócratas no se inmutan ni ruborizan por la dimensión del prontuario, incluso hacer alarde de la dimensión de sus fechorías y el miedo que infunden a la sociedad.

Secuelas de la cleptocracia

La secuela que deja la cleptocracia tiene como frondoso inventario obras públicas con sobre precios; obras fantasmas y otras innecesarias o de pésima calidad; licitaciones manipuladas o arregladas, addendas reiteradas, compras fraccionadas, ventas de empresas públicas y patrimonios del Estado subvaluadas, privatizaciones o expropiaciones convenidas, grandes delitos tributarios, desvió y saqueo de los fondos sociales, malversación de las donaciones, ayudas internacionales y de los créditos de fomento; el tráfico de Leyes, Decretos, Resoluciones y sentencias judiciales; alianzas políticas mercantiles, gestiones financieras dadivosas, lavado de dinero, protecciones al narcotráfico y el terrorismo; y todo ello amparado en la impunidad oficial y el sistema de lealtades delincuenciales y el uso y abuso del poder.

La existencia de este maligno sistema socioeconómico y político, tanto a nivel global, nacional, regional, local e institucional, en lo público y lo privado, es conocido por la sociedad o parte de ella, pero tolerado por la hipocresía social y la complicidad de la prensa, amparado por el poder que, finalmente degrada las condiciones de vida de los pueblos, que se ven empobrecidos y envilecidos por la miseria, dificultando los procesos del desarrollo humano. 

Las economías basadas en la extracción de materias primas (minerales, petróleo, gas, etc.) son históricamente las más vulnerables y proclives a la creación y afincamiento de las cleptocracias. América Latina, África y Asia son, concretamente, las regiones más propensas a contraer esta pandemia destructiva que, lamentablemente, puede dar lugar a la instauración de Estados fallidos.

Un Estado fallido se caracteriza por el fracaso social, político y económico, por tener un gobierno ineficaz y desinteresado con las necesidades de la población, que pierde control sobre vastas regiones de su territorio, o incapaz de proveer servicios básicos a la población pobre, presenta altos niveles de corrupción y de criminalidad, de refugiados y desplazados, así como una marcada degradación económica y social (5). A todo esto laman algunos estudiosos como "la maldición de los recursos naturales".

Ranking de los diez mayores cleptócratas del mundo

Según información de Transparencia Internacional difundida en la BBC y Wikipedia, son ejemplos de cleptocracia en el mundo los gobiernos de los tristemente célebres Suharto, Fernando Marcos, Mobuto Sese Seko, Sani Abacha, Milosevic, Duvalier, Fujimori, Lasarenko, Arnoldo Alemán y Joseph Estrada, considerados como los 10 mayores cleptócratas de todos los tiempos a nivel mundial.



El Informe Global de la corrupción de Transparencia Internacional (1), poco difundido en el medio latinoamericano y particularmente peruano, señala que entre los cleptócratas del ranking mundial figuran ex gobernantes latinoamericanos  JC Duvalier y Fujimori ¿Hasta que punto es cierto lo afirmado por TI? De ser cierto, ¿Dónde está el dinero perteneciente a todos los haitianos y peruanos? ¿Qué hacer para recuperarlo? ¿Quiénes son los responsables del activar el recupero?  ¿hasta cuándo es posible recuperarlo?. Los pueblos de todos esos países exigen respuestas concretas y sinceras. 


¿Qué hacer contra la cleptocracia?


Para superar la gravedad de la cleptocracia, es necesario ponerla, sin temor y con prioridad, en la agenda social. Que los nuevos líderes políticos tengan voluntad de enfrentarla y definan integralmente a largo y corto plazo, estrategias, políticas, programas y proyectos de prevención, persecución y sanción drástica de la corrupción en todas sus modalidades, empezando por hacer imprescriptibles los delitos, encarcelando al corrupto previo juzgamiento y, cómo no, fortaleciendo y democratizando el sistema de partidos políticos que, en el caso peruano, está en ruinas.


Pero sobre todo, es prioritario mejorar cualitativamente la educación familiar y formal basada en nuevos valores y la capacitación integral y permanente en materia de ciudadanía responsable, lo cual es crucial para forjar hogares y comunidades sólidas cultural y moralmente, deseosas de alcanzar el bienestar en base del trabajo  honrado y los negocios con ganancia justa.

También es necesario forjar una nueva ética y responsabilidad de los gobernantes y gobernados basados en el espíritu de servicio público, disminuyendo las desigualdades patrimoniales y de los ingresos que en estos tiempos se están exacervando; la erradicación de la pobreza, la generación de puestos de trabajo dignos y decorosos, sobre todo para los jóvenes y, en suma, mayores oportunidades para el desarrollo humano en el siglo XXI.

Es preciso, también, que los organismos internacionales de desarrollo analicen a fondo y en concierto la problemática ligada a la cleptocracia y su rápida expansión por el planeta a fin de tomar acuerdo generales para perseguir y exterminar este flagelo. Es hora de adoptar medidas concertadas y eficaces para frenar, perseguir y erradicar este mal del siglo XXI. Después podría ser demasiado tarde.

Referencias:
(1)    Wikipedia, la Enciclopedia Libre. En http://es.wikipedia.org/wiki/Cleptocracia
(5)    Wikipedia, la Enciclopedia Libre. En http://es.wikipedia.org/wiki/Estado_fallido

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