El término cleptocracia viene
del griego Kleptein, que
significa ladrón; y Kratos, gobierno. Es un sistema
de gobierno donde a nombre de un partido político, alianza electoral, coalición
o movimiento político, sea oficial o secreto, una banda organizada de
ladrones institucionaliza un gobierno que administra el poder público y privado
basado en el robo de los recursos y el aprovechamiento de todas las
oportunidades de la gestión pública y privada para el enriquecimiento personal, familiar y de sus
grupos conexos.
Cleptocracia es un término de reciente acuñación y se usa despectivamente
para decir que un gobierno es ladrón y corrupto porque recurre al nepotismo,
clientelismo político, peculado, malversación de fondos, asociación ilícita para delinquir y otros delitos, de forma que sus acciones
delictivas quedan impunes, gracias a que todos los sectores del poder actúan
similarmente, desde la justicia, los militares y funcionarios del Estado en sus distintos niveles e instancias, hasta la
prensa rastrera e hipócrita, el sistema político, económico y administrativo (1).
La cleptocracia
llega al poder, mayormente, por la vía de las elecciones con el pbjeto de “legitimarse” o, alternativamente, por
los autogolpes, aclamaciones, arreglos reglamentarios y reelecciones, e incluso cuentan con
instancias pseudo fiscalizadoras para camuflarse ante el pueblo y dentro de él.
Esta banda de
ladrones, habilidosa y cínicamente usa el poder público para asegurar el lucro
de los empresarios privados con los que se vincula y convive. La integran viejos y
mañosos políticos asociados a otros nuevos procreados y acuñados con las mismas
mañas y subterfugios. Sobresalen los gángsters o sicarios de cuello blanco que se muestran
dinámicos y transitan de partido en partido, de ideología en ideología, o desde
la dictadura a la democracia o viceversa, o de puesto en puesto entre instituciones similares. Merodean entre ellos los oportunistas
de siempre (los “cazafortunas”), los profesionales incapaces, pero ávidos de poder, estatus y dinero fácil; y, por supuesto, tampoco faltan los dirigentes populares mediocres y vividores y muchos miserables y envilecidos de la prensa (2).
Los cleptócratas,
por su naturaleza delincuencial, constituyen gobiernos absolutistas, discrecionales
y sin transparencia. El abuso de poder de aquellos que encarnan la autoridad,
tanto para manipular los procesos políticos, económicos y sociales como administrativos,
es una constante. Se organizan en distintos sectores y niveles del poder
estatal y de la sociedad civil; estructuran sistemas globales, regionales,
nacionales, locales e institucionales; por eso, cuando se les agota un régimen,
no dudan de pasar a otro, sea este centralizado, descentralizado o autónomo,
todos ellos sirven para sus fines.
Para Besberry, Jim, Asesor del Banco Mundial
(3) “...a los cleptócratas no les interesa el medio para llegar al poder,
simplemente se desarrollan como un cáncer corrompiendo a más personas hasta que
toman el control total de las instituciones...cuando la corrupción se convierte en un
habito diario, los sobornos se hacen parte de la estructura de costos de los
empresarios y en suplementos de sueldos de empleados públicos y privados”. afirma contundentemente.
Globalización de la cleptocracia
La
globalización de la cleptocracia es,
sin duda, una de las mayores
pandemias que afecta al mundo actual y se halla en irrefrenable expansión, bajo el marco de la ideología del neoliberalismo, donde todo se tranza en el mercado invisible, pues todo tiene un precio, inclusive en los gobiernos heterodoxos e institucionalistas.
La cleptocracia prácticamente constituye un mal endémico
en muchos países del mundo. En América Latina destacan Perú,
Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, Nicaragua y Venezuela que padecen o han padecido este pernicioso
mal en su vida republicana. Perú, vale decir nuestra patria, destaca más y más en los últimos años por la magnitud de los robos y su asociación con la violencia homicida, y pese a ello no se hace nada o se hace muy poco por detenerla.
Hay casos en países
asiáticos, africanos y latinoamericanos sobre denuncias y procesos judiciales a ministros,
jueces, generales, gerentes e inclusive presidentes de la república o jefes de gobierno de las distintas instancias gubernamentales. En algunos casos
se han derribado estructuras completas de gobierno hasta ser destituidos y
encarcelados; otros países más radicales han fusilado a los corruptos sin
contar a los que se suicidaron al ser descubiertos y existir baja tolerancia a la corrupción.
Los rasgos de la cleptocracia
En el imperio de la cleptocracia los mecanismos del
gobierno de un Estado se dedican casi enteramente a gravar los recursos e ingresos
de la población del país (por medio de impuestos que no se les retribuye a ellos; desvíos de fondos de
privatizaciones, transferencias de recursos tributarios provenientes de la explotación de recursos naturales, como el canon minero de la minería, o de la explotación del petróleo, gas natural y otros recursos naturales, así como otros tipos de negociados.
Los dirigentes del sistema cleptocrático
amasan grandes fortunas personales, en especial el presidente o el mayor cargo de jefe de estado, junto a sus más
allegados como los ministros, vice ministros y asesores personales. Estos mismos hechos se repiten a menor
escala en los gobiernos subnacionales; a nivel regional y municipal, incluso en lo institucional y empresarial.
En
la cleptocracia el dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias
secretas e inaccesibles, por lo general en los llamados paraísos fiscales como forma de encubrimiento
del robo (4).
La cleptocracia se da más de las veces en las dictaduras o gobiernos autocráticos o autoritarios, puesto que en la democracia se hace más difícil encubrirla, aunque ha habido casos
de gobiernos en apariencia democráticos que han sido considerados cleptócraticos ("democraduras").
La ideología
o supuesta ideología profesada, tiene poco o casi nada que ver con el cleptócrata. Así se puede encontrar en el mundo a mandatarios socialistas como Milosevic, o capitalistas como Suharto u
Fujimori, todos ellos catalogados en general, como cleptócratas
por Transparencia Internacional.
Detrás del poder cleptocrático se organizan los
aparatos del sistema, compuestos por destacamentos policiales y militares con
mando centralizado, cuentan con espías, medios de comunicación y mercenarios
manipuladores y depravadores de la ideología y de la opinión pública.
También se estructuran
redes de lealtades en el poder judicial prevaricador; y todos actúan con la
arrogancia y la desfachatez de sentirse lavados y validados por la democracia,
el olvido público, la tolerancia a la corrupción y la autoridad oficial y la ley: Obviamente los cleptócratas no se inmutan ni ruborizan
por la dimensión del prontuario, incluso hacer alarde de la dimensión de sus
fechorías y el miedo que infunden a la sociedad.
Secuelas
de la cleptocracia
La secuela que deja la cleptocracia tiene como frondoso inventario
obras públicas con sobre precios; obras fantasmas y otras innecesarias o de
pésima calidad; licitaciones manipuladas o arregladas, addendas reiteradas, compras fraccionadas, ventas de empresas
públicas y patrimonios del Estado subvaluadas, privatizaciones o expropiaciones
convenidas, grandes delitos tributarios, desvió y saqueo de los fondos
sociales, malversación de las donaciones, ayudas internacionales y de los créditos
de fomento; el tráfico de Leyes, Decretos, Resoluciones y sentencias judiciales;
alianzas políticas mercantiles, gestiones financieras dadivosas, lavado de
dinero, protecciones al narcotráfico y el terrorismo; y todo ello amparado en
la impunidad oficial y el sistema de lealtades delincuenciales y el uso y abuso
del poder.
La existencia de este
maligno sistema socioeconómico y político, tanto a nivel global, nacional,
regional, local e institucional, en lo público y lo privado, es conocido por
la sociedad o parte de ella, pero tolerado por la hipocresía social y la complicidad de la prensa, amparado
por el poder que, finalmente degrada las condiciones de vida de los pueblos,
que se ven empobrecidos y envilecidos por la miseria, dificultando los procesos
del desarrollo humano.
Las
economías basadas en la extracción de materias primas (minerales, petróleo, gas, etc.) son históricamente las más vulnerables y proclives
a la creación y afincamiento de las cleptocracias. América Latina, África y Asia son, concretamente, las
regiones más propensas a contraer esta pandemia destructiva que, lamentablemente, puede dar
lugar a la instauración de Estados
fallidos.
Un Estado fallido se caracteriza por el
fracaso social, político y económico, por tener un gobierno ineficaz y
desinteresado con las necesidades de la población, que pierde control sobre
vastas regiones de su territorio, o incapaz de proveer servicios básicos a la
población pobre, presenta altos niveles de corrupción y de
criminalidad, de refugiados y desplazados, así como una marcada degradación
económica y social (5). A todo esto laman algunos estudiosos como "la maldición de los recursos naturales".
Ranking de los diez mayores cleptócratas del mundo
Según información de Transparencia Internacional difundida en
la BBC y Wikipedia, son ejemplos de cleptocracia
en el mundo los gobiernos de los tristemente célebres Suharto, Fernando Marcos, Mobuto Sese
Seko, Sani Abacha, Milosevic, Duvalier, Fujimori, Lasarenko, Arnoldo Alemán
y Joseph Estrada, considerados como los 10 mayores cleptócratas de todos los tiempos a nivel mundial.
El Informe
Global de la corrupción de Transparencia Internacional (1), poco difundido en el medio latinoamericano y particularmente
peruano, señala que entre los cleptócratas del ranking mundial figuran ex gobernantes latinoamericanos JC Duvalier y Fujimori ¿Hasta que punto es cierto lo afirmado por TI? De ser cierto, ¿Dónde está el dinero perteneciente
a todos los haitianos y peruanos? ¿Qué hacer para recuperarlo? ¿Quiénes son los responsables del activar el recupero? ¿hasta cuándo es posible recuperarlo?. Los pueblos de todos esos países exigen respuestas concretas y sinceras.
¿Qué hacer contra la cleptocracia?
Para
superar la gravedad de la cleptocracia,
es necesario ponerla, sin temor y con prioridad, en la agenda social. Que los nuevos líderes
políticos tengan voluntad de enfrentarla
y definan integralmente a largo y corto plazo, estrategias, políticas,
programas y proyectos de prevención, persecución y sanción drástica de la
corrupción en todas sus modalidades, empezando por hacer imprescriptibles los
delitos, encarcelando al corrupto previo juzgamiento y, cómo no, fortaleciendo
y democratizando el sistema de partidos políticos que, en el caso peruano, está en ruinas.
Pero
sobre todo, es prioritario mejorar cualitativamente
la educación familiar y formal basada en nuevos valores y la capacitación
integral y permanente en materia de ciudadanía responsable, lo cual es crucial para
forjar hogares y comunidades sólidas cultural y moralmente, deseosas de alcanzar el bienestar en base del trabajo honrado y los negocios con ganancia justa.
También
es necesario forjar una nueva ética y responsabilidad
de los gobernantes y gobernados basados en el espíritu de servicio público, disminuyendo las desigualdades patrimoniales y de los ingresos que en estos tiempos se están exacervando; la erradicación
de la pobreza, la generación de puestos de trabajo dignos y decorosos, sobre todo para los jóvenes y, en suma, mayores
oportunidades para el desarrollo humano en el siglo XXI.
Es preciso, también, que los organismos internacionales de desarrollo analicen a fondo y en concierto la problemática ligada a la cleptocracia y su rápida expansión por el planeta a fin de tomar acuerdo generales para perseguir y exterminar este flagelo. Es hora de adoptar medidas concertadas y eficaces para frenar, perseguir y erradicar este mal del siglo XXI. Después podría ser demasiado tarde.
Referencias: