La situación álgida de Libia ha puesto a la
comunidad internacional frente a la encrucijada de intervenirla militarmente o
recuperar la estabilidad, teniendo en cuenta que el número de
víctimas mortales al 02 de marzo último, según el vocero de la Organización Ali
Zerdan, ascendía a 6000 personas (1) y, desde ayer, al creciente bombardeo en
la ciudad de Brega, con una cifra no confirmada de muertos y que algunos
analistas advierten sobre una inminente guerra civil de insospechadas
consecuencias. ¿Cuál es la actitud más prudente y responsable que debería
adoptar la comunidad internacional ante la crisis libia? ¿Hay opciones de
salida a la crisis?
La
cuestión es que los cambios que se han visto en Túnez y en Egipto se hicieron
“desde adentro”, sin intervención externa. De producirse una intervención en
Libia, esto lo convertiría en un proceso totalmente diferente de lo visto en
esos otros Estados recientemente. A continuación, un sucinto análisis
situacional y las respuestas a las preguntas enunciadas.
La intervención militar
extranjera en ciernes
El
anuncio de la intervención viene de los Estados Unidos, concretamente desde la
secretaría de Estado Hillary Clinton que, en referencia a la crisis en Libia,
dijo: “Nuestro mensaje es inequívoco, estas violaciones de los Derechos Humanos
son inaceptables y no serán toleradas”, y advirtió que desde Washington se
exploran “todas las acciones posibles” para la salida del gobernante Muammar Al
Gaddafi del poder. "Seguimos explorando todas las acciones posibles. Nada
está excluido de la mesa", señaló al intervenir este lunes ante la sesión
16 del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (2).
Aunque la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sólo puede intervenir a petición de la
Organización de las Naciones Unidas y el
Consejo de Seguridad de la misma, y ésta organización no ha autorizado de
momento el uso de la fuerza contra el régimen de Gadafi, por la fuerza que
tiene Estados Unidos es inminente la intervención militar externa, pues,
además, según Anders Fogh Rasmusse, secretario general de la OTAN, esta
organización “se encuentra en minucioso preparativo para cualquier
eventualidad” (3).
Estados Unidos ha empezado a movilizar
a su fuerza militar alrededor de Libia. El Pentágono ha informado de que el
Ejército estadounidense está reubicando sus fuerzas navales y aéreas ante una
posible intervención en el país en los enfrentamientos entre los seguidores de
Gadafi y la oposición.
Se alzan
las voces disonantes a la intervención
Evidentemente,
una intervención militar extranjera podría ser interpretada favorablemente
desde algunos sectores interesados en controlar Libia y los ingentes recursos
petroleros que posee y que en gran parte se venden en Europa; pero no así en otros
que lo catalogan contraria a los intereses árabes y a los derechos humanos, más
aún en los sectores radicales libios; además, dicha medida podría ser
presentada por el corrupto Gadafi como un intervencionismo intruso y podría
utilizarla como argumento para unificar fuerzas y relanzarse contra sus
opositores.
Por el momento Francia ha manifestado
su negativa a una intervención militar extranjera en Libia y consideró que
acciones de esa índole pudieran ser contraproducentes. El ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé,
señaló que una intervención militar en Libia pudiera ser mal interpretada por
otros países árabes y del norte de África. En el mismo sentido Nicolás Sarkozy
subrayó que no consideraba apropiada esa idea, aunque agregó que si no cambia
la situación, "no podemos desinteresarnos evidentemente de las víctimas
inocentes” (4).
La Liga Árabe (LA) también rechazó
este miércoles cualquier intento de intervención militar extranjera en Libia,
pese a que calificó de grave y catastrófica la situación allí y abogó por el
envío urgente de ayuda humanitaria.
China, a través de su cancillería,
defendió ayer dar prioridad a recuperar la estabilidad en Libia ante el anuncio
de una posible intervención militar de la OTAN. La postura de este gigante es
decisiva en esta cuestión puesto que China cuenta con derecho a veto en el
Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que podría bloquear cualquier
intervención (5).
Por
su parte, el ex presidente Cubano Fidel Castro considera que, ante la guerra
civil que está librando Libia “será inevitable” la intervención militar de la OTAN en esa nación africana
con el propósito de aprovechar sus inmensas reservas de petróleo. "No podían dejar de aprovechar el
conflicto interno surgido en Libia para promover la intervención militar”, dijo. (6).
Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU acordó por
unanimidad una serie de sanciones al gobierno tirano de Gadafi, entre ellas la
prohibición de viajar al extranjero y la congelación de los bienes de su familia;
asimismo, decidió elevar a la Corte Penal Internacional (CPI) acusaciones
contra las autoridades libias por los presuntos abusos que se están cometiendo;
y ayer jueves ese tribunal anunció que abrirá una investigación contra Gadafi y
sus más cercanos colaboradores.
¿No es acaso más
prudente respetar la autodeterminación del pueblo libio?
El derecho de libre determinación de los pueblos o de la autodeterminación de los mismos, es el derecho a decidir sus propias formas de gobierno, de generar su propio
desarrollo económico, social y cultural y adoptar libremente una estructura,
sin injerencias de fuerzas externas y de acuerdo con el principio de igualdad.
La
libre determinación pone de
manifiesto su naturaleza esencial, al señalar que es requisito necesario para
la plena efectividad de los derechos humanos individuales. Sin embargo, su
mención en el discurso político contemporáneo puede levantar temores de desestabilización,
incluso violenta; y también se le asocia con posiciones políticas extremistas y
chauvinismos étnicos presentes en las naciones árabes.
La
libre determinación está recogida en
algunos de los documentos internacionales más importantes, como la Carta
de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales de Derechos
Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es
un principio fundamental del Derecho internacional público y un derecho de
los pueblos, que tiene carácter inalienable y genera obligaciones erga
omnes e inclusive, ius cogens.
Entiéndase
por erga
omnes cualquier obligación para los Estados que se asume frente a todos,
vale decir, frente a toda la comunidad internacional. Este tipo de obligaciones
se caracteriza por dos rasgos esenciales: se contraen ante toda la comunidad
internacional e incorporan valores esenciales para ésta (protegen derechos
esenciales), siendo este rasgo el que justifica que todos los Estados tengan un
interés jurídico en su cumplimiento. La libre determinación también ha devenido
norma de ius cogens, o Derecho imperativo descrito en el
artículo 53 de la CV69, tratado internacional que codifica por primera vez esta
noción y se refiere desde la perspectiva de la relación entre el Estado y la
norma misma, destacándose una característica específica de este Derecho, su
carácter inderogable que incorpora valores fundamentales para la comunidad
internacional, valores tan importantes que se imponen por encima del
consentimiento de los Estados que en el Derecho internacional condiciona la
validez de las normas (7).
El
principio de la autodeterminación no
se vincula necesaria y exclusivamente con el nacionalismo: por ejemplo, el marxismo la
define como el
fundamento para el derecho del proletariado para auto gobernarse;
en cambio, para la Revolución Francesa se considera un paradigma básico de cómo el
pueblo derrocó la monarquía y la aristocracia en el poder y estableció un
régimen republicano donde el pueblo se gobernaría a sí mismo. Esta
multiplicidad de sentidos se deriva de que la libre determinación está
estrechamente ligada al término “pueblos”, término que es a su vez problemático
y que no ofrece un significado único.
Asimismo,
el principio de no intervención es
la obligación de los Estados de abstenerse de intervenir, directa o
indirectamente, en los asuntos internos o externos de otro Estado con la
intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Es un principio
del Derecho Internacional Público y deriva directamente de
la independencia de las naciones y el derecho de
autodeterminación de los pueblos (8).
De
lo anterior deviene que, frente a la opción de la intervención externa, se alza
la opción de cooperar internacionalmente con la Masa revolucionaria Libia, es
decir de adherirse y solidarizarse con los movimientos opositores al
autoritario y genocida Gadafi.
Por
tanto, principistamente, es mejor no intervenir militarmente desde afuera, sino
respetar la autodeterminación del Pueblo Libio y, en tal sentido, apoyar las
protestas masivas, dejar de hacer negocios con la clase dictatorial, facilitar
apoyos diplomáticos y hasta reconocer al nuevo gobierno transitorio. En esa
línea, la comunidad internacional también debe
concentrar sus esfuerzos en la ayuda humanitaria a los heridos, refugiados y
afectados directamente, pero sin deslizar algún tipo de intervención militar foránea,
porque son los propios libios los llamados a protagonizar el cambio que, desde
hace tiempo, demanda ese hermano país y todas las naciones del Sahara. Todo
esto es preferible a decidir, desde afuera, una intervención militar extranjera
que, a estas alturas, sería imprudente e insensato tanto en el norte de África
como en el medio oriente.
Referencias:
(7) “Los conceptos de
obligación erga omnes, ius cogens y violación grave a la luz del nuevo
proyecto de la CDI sobre responsabilidad de los estados por hechos ilícitos”.
En http://www.reei.org/reei4/Cebada.PDF