domingo, junio 05, 2011

PERÚ: MENSAJE OCULTO EN LOS RESULTADOS DE LA PRIMERA Y SEGUNDA VUELTA ELECTORAL


Finalmente el Pueblo Peruano decidió en las urnas el cambio en democracia. Según el conteo rápido de Transparencia, a las 8­:15 de esta noche y al 100 del total de votos emitidos en la segunda vuelta electoral, el nacionalista Ollanta Humala es el virtual ganador de las elecciones presidenciales al haber acumulado el  51.5% de la votación, frente a su rival la conservadora  K. Fujimori que alcanzó 48,5% de los votos.

Los primeros resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), al 78% de actas contabilizadas difiere levemente de los antes mencionados, pues según ésta Ollanta Humala alcanzó 50.09% del total de votos y K. Fujimori, 49.91%. Sin embargo –la jefa de la ONPE señalo que en este conteo aún no están considerados gran parte de las votaciones del área rural.

Los resultados de la primera vuelta
Según el Acta de proclamación suscrito por el Pleno del Jurado Nacional de Elecciones sobre los resultados de la elección de presidente y vicepresidentes de la República realizadas el domingo 10 de abril de 2010, fue la fórmula presidencial del partido Gana Perú que obtuvo el más alto porcentaje de votación (31.7%), seguido de Fuerza 2011 (23.6%). Ninguno de ellos logró la mitad más uno del total de votos necesarios para ungirse en la primera magistratura de la Nación, pero ambos aseguraron su participación en la segunda elección presidencial que se realizó hoy.
Las siguientes tres candidaturas con mayor porcentaje de votos fueron Alianza por el Gran Cambio (18.5%), Perú Posible (15.6%) y Alianza Solidaridad Nacional (9.8%).
Oficialmente el número de votos válidos alcanzó a 14 millones 637 mil 805 (87.7%), mientras que los votos blancos alcanzaron a ser 1 millón 477 mil 696 (8,8%) y nulos 584 mil 233 (3,5%).
Evidente capitalización del descontento popular

Una primera impresión de los resultados electorales de la primera y segunda vuelta es que una gran mayoría del pueblo peruano se siente contento y pleno de emoción luego de haber cumplido su deber cívico y con una gran responsabilidad de elegir su destino. Ha puesto de manifiesto en las urnas su voluntad a favor del fortalecimiento de la democracia y, a la vez, en contra del retorno de la dictadura y la tiranía, encarnada en la hija de Fujimori.

Parece evidente que, desde la primera vuelta, Gana Perú logró captar el descontento popular existente en el país por la caída del gasto social, el cual está por debajo de la media de América Latina, así como por la inequidad distributiva del ingreso nacional en un período en el cual el crecimiento económico se ha mostrado dinámico y elevado. Los sectores de menores ingresos económicos del pueblo peruano ya venía reclamando desde hace buen tiempo un cambio substancial en el modelo económico, pero no tuvo eco entre los gobernantes.


Por su parte Fuerza 2011 parece que ganó el segundo lugar en la primera vuelta por proyectar un partido fuertemente conservador del modelo económico vigente y que, para una buena parte de los empresarios privados nacionales y extranjeros, banqueros y funcionarios del Estado constituía una férrea garantía de continuidad del status quo, a pesar de los peligros que generaba por su historial dictatorial y destructivo de los derechos humanos, laborales y ambientales.
Una lectura rápida de esta segunda vuelta electoral
El mundo debe entender, en estos primeros resultados electorales, de que los peruanos quieren seguir desarrollándose en democracia, en libertad, con justicia social y dentro de la legalidad, desterrando para siempre la pobreza, la miseria y el subdesarrollo que tanto agobian a los que menos tienen.
Los resultados indican que el pueblo mayoritariamente apoya un gobierno que destierre frontalmente la cleptocracia y la corrupción que se ha afincado en el país desde los años noventas y parece imbatible, que desde el Estado cree oportunidades para todos, principalmente para los jóvenes hoy desempleados y los ancianos marginados y abandonados.
El reto del gobierno de Gana Perú

Sin duda el mensaje de fondo de estas elecciones es la responsabilidad social que debe asumir el gobierno de Gana Perú desde el 28 de julio. El pueblo espera que, bajo su dirección, logremos lo que tanto reclaman las mayorías nacionales: inclusión social de los pobres en el crecimiento económico; es decir, más empleo decoroso, mejor educación, salud y seguridad social de gente con bajos ingresos, además de mayor innovación tecnológica, mayor diversificación y modernización productiva y desarrollo infraestructural. Esperemos que todo esto se logre utilizando los mecanismos de una economía social de mercado y la actuación responsable del Estado en el marco de una real concertación política.

Creo que el Señor Ollanta Humala debe, desde ahora mismo, demostrar la firmeza de su política económica y social escogiendo a las mejores personalidades del país que integren su gabinete ministerial, las personas que den la señal y garantía de un buen gobierno tanto a la opinión pública nacional como a la opinión pública internacional.
A los que no votaron por Humala, es prudente pedirles calma y confianza, pues  ninguno de los argumentos esgrimidos contra él se hará realidad. Esperemos que cumpla su promesa y respete y fortalezca los poderes del Estado, a las instituciones democráticas, a la propiedad privada y otros tipos de propiedad. Que siga promoviendo la llegada de la inversión extranjera directa a los sectores neurálgicos del país e impulse la economía del conocimiento, la industria, y la agricultura en el Perú, hasta hoy descuidados.

La debacle de los partidos tradicionales
En los resultados de estos comicios, también llama la atención la evidente “desaparición” de los partidos tradicionales como el APRA y el PPC que, si bien estuvieron presentes en las contiendas de 2006 luchando por el liderazgo nacional, en esta ocasión ninguno de ellos pudo proyectar un candidato propio y, más aún, el segundo apareció diluido en la atomizada Alianza por el Gran Cambio, cuyo caudillo fue PPK, quién luego de la primera vuelta quedó solitario pero con la creencia de tener capacidad de endose de votos a favor de Fuerza 2011 pero que, aparentemente resultó contraproducente.
¿Acaso los resultados de estas elecciones significan la debacle de los partidos políticos tradicionales en el Perú o que ya terminó el ciclo vital de éstos? ¿Qué causas explican la literal “desaparición” de estos añejos partidos? Más aún ¿Qué suerte les aguarda a los partidos políticos en nuestro país, de cara al futuro?
¿Algo tendrá que ver con tales problemas la orfandad de ideas, la ausencia de liderazgos, la rigidez, inaccesibilidad y debilidad de las organizaciones partidarias, la corrupción de sus principales miembros, la debilitada vocación de servicio al pueblo peruano, entre otros factores?
Estoy seguro que Usted, respetado lector, puede dar una respuesta intuitiva a tales preguntas; pero sería mucho más conveniente investigar a fondo las reales causas subyacentes, no sólo por la salud de la democracia y la política en el Perú, sino sobre todo, por el bienestar duradero del pueblo peruano.


Finalmente, si el pueblo decidió por el cambio en democracia, esperemos que el nuevo gobierno logre de una vez por todas lo que más reclaman las mayorías nacionales: inclusión social y erradicación de la corrupción. Mucha suerte al virtual ganador.
Referencias:

domingo, mayo 29, 2011

CLEPTOCRACIA: LA MAYOR PANDEMIA DESTRUCTIVA DEL SIGLO XXI

El término cleptocracia viene del griego Kleptein, que significa ladrón; y Kratos, gobierno. Es un sistema de gobierno donde a nombre de un partido político, alianza electoral, coalición o movimiento político, sea oficial o secreto, una banda organizada de ladrones institucionaliza un gobierno que administra el poder público y privado basado en el robo de los recursos y el aprovechamiento de todas las oportunidades de la gestión pública y privada para el enriquecimiento personal, familiar y de sus grupos conexos.


¿Qué es la Cleptocracia?

Cleptocracia es un término de reciente acuñación y se usa despectivamente para decir que un gobierno es ladrón y corrupto porque recurre al nepotismo, clientelismo político, peculado, malversación de fondos, asociación ilícita para delinquir y otros delitos, de forma que sus acciones delictivas quedan impunes, gracias a que todos los sectores del poder actúan similarmente, desde la justicia, los militares y funcionarios del Estado en sus distintos niveles e instancias, hasta la prensa rastrera e hipócrita, el sistema político, económico y administrativo (1).

La cleptocracia llega al poder, mayormente, por la vía de las elecciones con el pbjeto de “legitimarse” o, alternativamente, por los autogolpes, aclamaciones, arreglos reglamentarios y reelecciones, e incluso cuentan con instancias pseudo fiscalizadoras para camuflarse ante el pueblo y dentro de él. 

Esta banda de ladrones, habilidosa y cínicamente usa el poder público para asegurar el lucro de los empresarios privados con los que se vincula y convive. La integran viejos y mañosos políticos asociados a otros nuevos procreados y acuñados con las mismas mañas y subterfugios. Sobresalen los gángsters o sicarios de cuello blanco que se muestran dinámicos y transitan de partido en partido, de ideología en ideología, o desde la dictadura a la democracia o viceversa, o de puesto en puesto entre instituciones similares. Merodean entre ellos los oportunistas de siempre (los “cazafortunas”), los profesionales incapaces, pero ávidos de poder, estatus y dinero fácil; y, por supuesto, tampoco faltan los dirigentes populares mediocres y vividores y muchos miserables y envilecidos de la prensa (2).

Los cleptócratas, por su naturaleza delincuencial, constituyen gobiernos absolutistas, discrecionales y sin transparencia. El abuso de poder de aquellos que encarnan la autoridad, tanto para manipular los procesos políticos, económicos y sociales como administrativos, es una constante. Se organizan en distintos sectores y niveles del poder estatal y de la sociedad civil; estructuran sistemas globales, regionales, nacionales, locales e institucionales; por eso, cuando se les agota un régimen, no dudan de pasar a otro, sea este centralizado, descentralizado o autónomo, todos ellos sirven para sus fines.


Para Besberry, Jim, Asesor del Banco Mundial (3) “...a los cleptócratas no les interesa el medio para llegar al poder, simplemente se desarrollan como un cáncer corrompiendo a más personas hasta que toman el control total de las instituciones...cuando la corrupción se convierte en un habito diario, los sobornos se hacen parte de la estructura de costos de los empresarios y en suplementos de sueldos de empleados públicos y privados”. afirma contundentemente.

Globalización de la cleptocracia




La globalización de la cleptocracia es, sin duda, una de las mayores pandemias que afecta al mundo actual y se halla en irrefrenable expansión, bajo el marco de la ideología del neoliberalismo, donde todo se tranza en el mercado invisible, pues todo tiene un precio, inclusive en los gobiernos heterodoxos e institucionalistas. 

La cleptocracia prácticamente constituye un mal endémico en muchos países del mundo. En América Latina destacan Perú, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, Nicaragua y Venezuela que padecen o han padecido este pernicioso mal en su vida republicana. Perú, vale decir nuestra patria, destaca más y más en los últimos años por la magnitud de los robos y su asociación con la violencia homicida, y pese a ello no se hace nada o se hace muy poco por detenerla.


Hay casos en países asiáticos, africanos y latinoamericanos sobre denuncias y procesos judiciales a ministros, jueces, generales, gerentes e inclusive presidentes de la república o jefes de gobierno de las distintas instancias gubernamentales. En algunos casos se han derribado estructuras completas de gobierno hasta ser destituidos y encarcelados; otros países más radicales han fusilado a los corruptos sin contar a los que se suicidaron al ser descubiertos y existir baja tolerancia a la corrupción.


Los rasgos de la cleptocracia

En el imperio de la cleptocracia los mecanismos del gobierno de un Estado se dedican casi enteramente a gravar los recursos e ingresos de la población del país (por medio de impuestos que no se les retribuye a ellos; desvíos de fondos de privatizaciones, transferencias de recursos tributarios provenientes de la explotación de recursos naturales, como el canon minero de la minería, o de la explotación del petróleo, gas natural y otros recursos naturales, así como otros tipos de negociados. 

Los dirigentes del sistema cleptocrático amasan grandes fortunas personales, en especial el presidente o el mayor cargo de jefe de estado, junto a sus más allegados como los ministros, vice ministros y asesores personales. Estos mismos hechos se repiten a menor escala en los gobiernos subnacionales; a nivel regional y municipal, incluso en lo institucional y empresarial.

En la cleptocracia el dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas e inaccesibles, por lo general en los llamados paraísos fiscales  como forma de encubrimiento del robo (4).

La cleptocracia se da más de las veces en las dictaduras o gobiernos autocráticos o autoritarios, puesto que en la democracia se hace más difícil encubrirla, aunque ha habido casos de gobiernos en apariencia democráticos que han sido considerados cleptócraticos ("democraduras").

La ideología o supuesta ideología profesada, tiene poco o casi nada que ver con el cleptócrata. Así se puede encontrar en el mundo a mandatarios socialistas como  Milosevic, o capitalistas como Suharto u Fujimori, todos ellos catalogados en general, como cleptócratas por Transparencia Internacional.

Detrás del poder cleptocrático se organizan los aparatos del sistema, compuestos por destacamentos policiales y militares con mando centralizado, cuentan con espías, medios de comunicación y mercenarios manipuladores y depravadores de la ideología y de la opinión pública. 

También se estructuran redes de lealtades en el poder judicial prevaricador; y todos actúan con la arrogancia y la desfachatez de sentirse lavados y validados por la democracia, el olvido público, la tolerancia a la corrupción y la autoridad oficial y la ley: Obviamente los cleptócratas no se inmutan ni ruborizan por la dimensión del prontuario, incluso hacer alarde de la dimensión de sus fechorías y el miedo que infunden a la sociedad.

Secuelas de la cleptocracia

La secuela que deja la cleptocracia tiene como frondoso inventario obras públicas con sobre precios; obras fantasmas y otras innecesarias o de pésima calidad; licitaciones manipuladas o arregladas, addendas reiteradas, compras fraccionadas, ventas de empresas públicas y patrimonios del Estado subvaluadas, privatizaciones o expropiaciones convenidas, grandes delitos tributarios, desvió y saqueo de los fondos sociales, malversación de las donaciones, ayudas internacionales y de los créditos de fomento; el tráfico de Leyes, Decretos, Resoluciones y sentencias judiciales; alianzas políticas mercantiles, gestiones financieras dadivosas, lavado de dinero, protecciones al narcotráfico y el terrorismo; y todo ello amparado en la impunidad oficial y el sistema de lealtades delincuenciales y el uso y abuso del poder.

La existencia de este maligno sistema socioeconómico y político, tanto a nivel global, nacional, regional, local e institucional, en lo público y lo privado, es conocido por la sociedad o parte de ella, pero tolerado por la hipocresía social y la complicidad de la prensa, amparado por el poder que, finalmente degrada las condiciones de vida de los pueblos, que se ven empobrecidos y envilecidos por la miseria, dificultando los procesos del desarrollo humano. 

Las economías basadas en la extracción de materias primas (minerales, petróleo, gas, etc.) son históricamente las más vulnerables y proclives a la creación y afincamiento de las cleptocracias. América Latina, África y Asia son, concretamente, las regiones más propensas a contraer esta pandemia destructiva que, lamentablemente, puede dar lugar a la instauración de Estados fallidos.

Un Estado fallido se caracteriza por el fracaso social, político y económico, por tener un gobierno ineficaz y desinteresado con las necesidades de la población, que pierde control sobre vastas regiones de su territorio, o incapaz de proveer servicios básicos a la población pobre, presenta altos niveles de corrupción y de criminalidad, de refugiados y desplazados, así como una marcada degradación económica y social (5). A todo esto laman algunos estudiosos como "la maldición de los recursos naturales".

Ranking de los diez mayores cleptócratas del mundo

Según información de Transparencia Internacional difundida en la BBC y Wikipedia, son ejemplos de cleptocracia en el mundo los gobiernos de los tristemente célebres Suharto, Fernando Marcos, Mobuto Sese Seko, Sani Abacha, Milosevic, Duvalier, Fujimori, Lasarenko, Arnoldo Alemán y Joseph Estrada, considerados como los 10 mayores cleptócratas de todos los tiempos a nivel mundial.



El Informe Global de la corrupción de Transparencia Internacional (1), poco difundido en el medio latinoamericano y particularmente peruano, señala que entre los cleptócratas del ranking mundial figuran ex gobernantes latinoamericanos  JC Duvalier y Fujimori ¿Hasta que punto es cierto lo afirmado por TI? De ser cierto, ¿Dónde está el dinero perteneciente a todos los haitianos y peruanos? ¿Qué hacer para recuperarlo? ¿Quiénes son los responsables del activar el recupero?  ¿hasta cuándo es posible recuperarlo?. Los pueblos de todos esos países exigen respuestas concretas y sinceras. 


¿Qué hacer contra la cleptocracia?


Para superar la gravedad de la cleptocracia, es necesario ponerla, sin temor y con prioridad, en la agenda social. Que los nuevos líderes políticos tengan voluntad de enfrentarla y definan integralmente a largo y corto plazo, estrategias, políticas, programas y proyectos de prevención, persecución y sanción drástica de la corrupción en todas sus modalidades, empezando por hacer imprescriptibles los delitos, encarcelando al corrupto previo juzgamiento y, cómo no, fortaleciendo y democratizando el sistema de partidos políticos que, en el caso peruano, está en ruinas.


Pero sobre todo, es prioritario mejorar cualitativamente la educación familiar y formal basada en nuevos valores y la capacitación integral y permanente en materia de ciudadanía responsable, lo cual es crucial para forjar hogares y comunidades sólidas cultural y moralmente, deseosas de alcanzar el bienestar en base del trabajo  honrado y los negocios con ganancia justa.

También es necesario forjar una nueva ética y responsabilidad de los gobernantes y gobernados basados en el espíritu de servicio público, disminuyendo las desigualdades patrimoniales y de los ingresos que en estos tiempos se están exacervando; la erradicación de la pobreza, la generación de puestos de trabajo dignos y decorosos, sobre todo para los jóvenes y, en suma, mayores oportunidades para el desarrollo humano en el siglo XXI.

Es preciso, también, que los organismos internacionales de desarrollo analicen a fondo y en concierto la problemática ligada a la cleptocracia y su rápida expansión por el planeta a fin de tomar acuerdo generales para perseguir y exterminar este flagelo. Es hora de adoptar medidas concertadas y eficaces para frenar, perseguir y erradicar este mal del siglo XXI. Después podría ser demasiado tarde.

Referencias:
(1)    Wikipedia, la Enciclopedia Libre. En http://es.wikipedia.org/wiki/Cleptocracia
(5)    Wikipedia, la Enciclopedia Libre. En http://es.wikipedia.org/wiki/Estado_fallido

domingo, mayo 08, 2011

LA HORA DE LA VERDAD




A continuación publicamos un artículo de la pluma del Premio Nobel Mario Vargas Llosa publicado en el Diario EL PAÍS, de España. Su contenido es una verdadera alerta para los peruanos creyentes de la democracia, respetuosos de los derechos humanos y practicantes de la honradez. Nos dice que el Perú se halla en estos días frente a una extraordinaria paradoja: evitar el socialismo o propiciar el retorno del fascismo y la corrupción. “Es la hora de la verdad”.



TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA


PIEDRA DE TOQUE. La sucia campaña contra Ollanta Humala de los partidarios de Keiko Fujimori hace temer lo que podría ocurrir si la dictadura fuji-montesinista recuperara en la segunda vuelta el poder en Perú.

Aunque no soy creyente, tengo muchos amigos católicos, sacerdotes y laicos, y un gran respeto por quienes tratan de vivir de acuerdo con sus convicciones religiosas. El cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, en cambio, me parece representar la peor tradición de la Iglesia, la autoritaria y oscurantista, la del Index, Torquemada, la Inquisición y las parrillas para el hereje y el apóstata, y su reciente autodefensa, Los irrenunciables derechos humanos, publicada el 1 de mayo en Lima, justifica todas las críticas que en nombre de la democracia y los derechos humanos recibe con frecuencia y, principalmente, de los sectores católicos más liberales.

Extraordinaria paradoja: con tal de evitar la llegada del socialismo, que venga el fascismo
En su texto, desmiente que dijera jamás que "los derechos humanos son una cojudez" (palabrota peruana equivalente a la española gilipollez) y afirma que, en realidad, a quien aplicó tal grosería fue sólo a la Coordinadora de Derechos Humanos, una institución dirigida por una ex religiosa española, Pilar Coll, que durante los años de las grandes matanzas perpetradas por la dictadura fujimorista llevó a cabo una admirable campaña de denuncia de los crímenes, torturas y desapariciones que se cometían con el pretexto de la lucha contra Sendero Luminoso. (La Comisión de la Verdad, que presidió el ex rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Salomón Lerner, ha documentado estas atrocidades).
El cardenal Cipriani desmiente, además, que durante la dictadura hubiera guardado silencio frente a uno de los crímenes colectivos más abyectos cometidos por Fujimori y sus cómplices: la esterilización, mediante engaños, de unas 300.000 campesinas a las que, por orden del dictador, los equipos del Ministerio de Salud ligaron las trompas o castraron, asegurándoles que se trataba de simples vacunas o de una medida que sólo temporalmente les impediría concebir. ¿Cómo es que nadie se enteró en el Perú de que el arzobispo había encontrado reprobables estos atropellos? Porque en vez de protestar públicamente ¡se limitó a hacerlo en privado, es decir, susurrando con discreción su protesta en el pabellón de la oreja del dictador!
El cardenal no suele ser tan discreto cuando se trata de protestar contra los preservativos y no se diga el aborto, o, para el caso, contra quienes en esta segunda vuelta de las elecciones peruanas apoyamos a Ollanta Humala. Por ejemplo, por haberlo hecho yo, me ha amonestado de manera estentórea y nada menos que desde el púlpito de la catedral de Lima, durante un oficio. Me ha pedido "más seriedad" y ha clamado que cómo me atrevo a dar consejos por quién votar a los peruanos. El cardenal está nervioso y olvida que todavía hay libertad en el Perú y que cualquier ciudadano puede opinar sobre política sin pedirle permiso a él ni a nadie. (Claro que las cosas cambiarán si sale elegida la señora Fujimori, la candidata a la que él bendecía en aquel mismo oficio en el que me prohibía opinar).
No sólo el arzobispo de Lima se excede en estos días de campaña y guerra sucia en el Perú. Una connotada fujimorista, también del Opus Dei, como monseñor Cipriani, Martha Chávez, ha amenazado públicamente al presidente del Poder Judicial, el doctor César San Martín, eminente jurista que presidió el Tribunal que condenó a 25 años de cárcel a Fujimori por crímenes contra los derechos humanos, con esta frase profética: "Tendrá que responder en su momento".
Pero acaso lo más inquietante sean los intentos de purgar a los medios de comunicación, principalmente los canales de televisión, de periodistas independientes y probos, que se resisten a convertirse en propagandistas de la candidatura de la hija del ex dictador. El caso más sonado ha sido el de Patricia Montero, productora general, y José Jara, productor de un noticiero, ambos del Canal N, despedidos, según ha denunciado la primera de ellos, porque los directivos estimaron que habían "humanizado" al candidato Humala en los boletines (¿pretendían que lo animalizaran, más bien?). Estos despidos han provocado una verdadera tempestad de críticas, entre ellas de los más prestigiosos periodistas del propio Canal N, en defensa de sus colegas, y amenazas de renuncias masivas en caso de que continúe la caza de brujas. Lo cual parece haber paralizado por el momento el despido de la prestigiosa y experimentada periodista del Canal 4, Laura Puertas, a quien se reprocha también, por lo visto, padecer de total ineptitud para el servilismo.
Finalmente, una denuncia publicada el miércoles 4 de mayo en el diario La Primera, que dirige César Lévano, precisa que el gobierno, apoyado por empresarios mineros, habría encargado a los servicios de inteligencia del Estado un Plan Sábana, destinado a destruir la campaña de Ollanta Humala con los métodos delictuosos -espionaje telefónico, operaciones calumniosas y escandalosas filtradas a la prensa para minar su prestigio y el de su entorno familiar utilizando mercenarios y provocadores- con que, en 1990, el gobierno conspiró contra mí cuando yo fui candidato a la Presidencia. La denuncia proviene, al parecer, de militares y civiles del servicio de inteligencia indignados de que se los utilice para fines políticos ajenos a su misión específica.

Todo esto merece una reflexión. Si estas cosas comienzan a ocurrir ahora, en plena campaña electoral, ¿no es fácil imaginar lo que sucedería en el caso de que la señora Fujimori ganara las elecciones y la dictadura fuji-montesinista recuperara el poder oleada y sacramentada por los votos de los peruanos? Los periodistas decentes y responsables expulsados de sus puestos no serían cinco (también han sido despedidos tres de Radio Líder, Arequipa) sino decenas, y las radios, los canales y los periódicos convertidos, como lo estuvieron durante los ocho años de oprobio que vivió el Perú, en órganos de propaganda encargados de justificar todas las tropelías y tráficos del poder y de cubrir de injurias y calumnias a sus críticos. No sólo el doctor César San Martín sería víctima de su probidad y entereza magisterial. Todo el Poder Judicial se vería una vez más sometido a una criba implacable para apartar de sus cargos, o reducirlos a la total inoperancia, a los jueces que se resistieran a ser meros instrumentos dóciles del gobierno. Reparticiones públicas, Fuerzas Armadas, empresas privadas, serían, otra vez, incorporadas al sistema autoritario para que, de nuevo, el país entero quedara a merced del puñadito de forajidos que, entre los años 1990 y 2000, perpetró el más espectacular saqueo de las arcas públicas y los más horrendos crímenes contra los derechos humanos de nuestra historia.
Quienes quieren semejante futuro para el Perú no son muchos, pero sí son poderosos y, como están asustados con la perspectiva de que Humala gane las elecciones y cometa los desafueros y horrores de Hugo Chávez en Venezuela, están dispuestos a cualquier cosa con tal de asegurar el triunfo de Keiko Fujimori. Extraordinaria paradoja: con tal de evitar el socialismo, que venga el fascismo. ¡Y todo eso, en nombre de la libertad, de la democracia y del mercado libre!
En verdad, la disyuntiva que tiene por delante el Perú en las elecciones del 5 de junio próximo, es la de salvaguardar la imperfecta democracia política que tenemos desde hace 10 años y una política de mercado y de apertura al mundo que ha hecho crecer nuestra economía de manera notable, o volver a un régimen dictatorial que, guardando ciertas formas institucionales, restablecería en el gobierno a quienes, en complicidad con Fujimori y Montesinos, destruyeron el Estado de derecho, se enriquecieron cometiendo las más descaradas pillerías y durante ocho años perpetraron horrendos crímenes con el pretexto de combatir la subversión. A mi juicio en semejante disyuntiva la peor opción es Keiko Fujimori.
Ollanta Humala ha hecho un "Compromiso con el Pueblo Peruano" que conviene tener muy presente, no sólo a la hora de votar por él, sino sobre todo una vez que acceda al gobierno, para recordárselo cada vez que parezca apartarse de alguna de sus promesas. No habrá reelección. Se cumplirá con los tratados firmados, no habrá estatizaciones, se respetará el derecho de propiedad y las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs), la lucha contra la corrupción será implacable, habrá una política de apoyo social sostenida, sobre todo en los campos de la educación y la salud pública, para los sectores más desfavorecidos, así como estímulos y facilidades para la formalización de las empresas. El respeto al pluralismo informativo, a la independencia de la prensa y al derecho de crítica será total. Estos puntos han sido expresados, además, de viva voz, en las reuniones que ha celebrado el candidato con la confederación de empresarios y las asociaciones de prensa. Todo esto es perfectamente compatible con la democracia y con las políticas de mercado vigentes y tiende a perfeccionarlas, no a recortarlas ni menos suprimirlas. No sólo depende de la voluntad de Ollanta Humala que este compromiso se cumpla. Depende, sobre todo, de que quienes lo apoyemos en la elección del 5 de junio dejemos claro que es a estas políticas a las que damos nuestro apoyo y que nos mantendremos firmes exigiendo su cumplimento.
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Referencia:


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