jueves, diciembre 27, 2012

¿VA ESTADOS UNIDOS HACIA EL "ABISMO FISCAL"?


El “abismo fiscal” es una especie de bomba de tiempo que si no se desactiva en estos días (antes del 1 de enero de 2013) podría ocasionar un fuerte retroceso de la primera potencia económica mundial e incluso si se prolonga durante algunos meses, podría desencadenar una recesión económica a escala mundial. El parlamento norteamericano tiene la palabra.

De las elecciones en EE.UU al “abismo fiscal”


Las elecciones de noviembre definieron solo la mitad de la incógnita sobre el rumbo de la primera economía mundial. Esas elecciones constituyen un evento político con trascendental proyección mundial. No es lo mismo imaginar el 2013 a Barack Obama en la Casa Blanca que a Mitt Romney. El primero representa una alternativa más cercana al neokeynesianismo, con énfasis en la inversión fiscal y la redistribución de ingresos, mientras que Romney hubiera inclinado la balanza hacia la austeridad fiscal y el recorte impositivo a los ricos, tal como lo propugnan los neoliberales (1).

Sin embargo, no se terminaba de celebrar la victoria de Obama cuando la atención giró al llamado “abismo fiscal”, una especie de bomba de tiempo para los Estados Unidos, a estallar desde el primer día del año nuevo.

¿Qué es el “abismo fiscal”?


Es una subida generalizada de impuestos que iría acompañada de fuertes recortes del gasto público autorizados en la era Bush en áreas tan fundamentales como Defensa y ayudas al empleo. Estas medidas de política económica entrarían automáticamente en vigor si no se llega a un acuerdo entre Demócratas y Republicanos antes del 1 de enero de 2013.

Si el desacuerdo se prolonga en la primera quincena de enero se teme alguna turbulencia en los mercados bursátiles. Si el desacuerdo persiste durante meses, el impacto sería mucho más grave y se teme inclusive una recesión a escala mundial.

Se calcula que el “abismo fiscal” tendría un impacto de 550 mil millones de dólares que dejarían de circular en la economía norteamericana, equivalente a 3,5 % del PBI anual de Estados Unidos (2).

Impacto del “abismo fiscal” en la economía mundial

Todo lo que ocurre en la economía de Estados Unidos tiene una repercusión automática sobre la economía mundial. El temido “abismo fiscal” hace presagiar el fin de la débil recuperación económica experimentada por ese país después de la crisis  económica del 2007-2008 que, además, podría tener consecuencias negativas sobre el resto del mundo. En las primeras semanas de enero de 2013 puede que el impacto sea más limitado, pero a medida que se prolongue la crisis, tanto mayor será la amenaza sobre el crecimiento de todos los países del mundo. Si el desacuerdo se alarga durante meses, Estados Unidos podría entrar en recesión y, consecuentemente, arrastraría en su caída a China, principal socio comercial de dicha potencia y segunda potencia económica mundial, e intensificaría las tendencias recesivas de Japón, la segunda economía del mundo, de la eurozona y también golpearía duramente a América Latina vía la reducción de los precios del petróleo y los minerales ante una caída de la demanda agregada de los países desarrollados.

Urge lograr compromiso entre Demócratas y Republicanos

El Congreso de EE.UU. tiene el reto de acordar en estos días un presupuesto para 2013 que evite o minimice el mentado “abismo fiscal”. El comité bipartidista que se formó en agosto pasado tiene como fin alcanzar un compromiso entre los Demócratas y Republicanos.
Sin embargo, en las recientes fiestas quedó en claro que el presunto espíritu navideño de la reconciliación todavía no había llegado al Congreso. Más aun, el Partido Republicano desautorizó abiertamente una oferta de su propio líder en las negociaciones, y el mundo entero temió lo peor. Ante ello, el propio presidente de los EE. UU Barack Obama decidió interrumpir sus vacaciones en Hawai para regresar a Washington en esta semana a fin de intentar un acuerdo y evitar un "infeliz comienzo de 2013”.
Ahora que faltan menos de 100 horas para terminar el año viejo, las bolsas de valores se han desplomado por cuarta vez consecutiva y sólo se espera un “milagro” que permita entrar la luz y terminar con la incertidumbre que aqueja a los agentes económicos y toda la población norteamericana ante el desacuerdo entre políticos de las dos vertientes.
Pero aún se logra evitar el “abismo fiscal”, hay suficientes temores como la posible cesación de pagos y la inestabilidad político-social de países de la eurozona y una debacle de instituciones financieras como para dormir tranquilo y mantener la marcha de la economía global cuya situación sigue siendo álgida e imprevisible el final de la crisis.

Referencias:

miércoles, diciembre 19, 2012

LIBERAL SHINZO ABE GANA ELECCIONES EN JAPÓN, SUMIDO EN LA MALDICIÓN ECONÓMICA



Shinzo Abe, del Partido Liberal, ha sido electo primer ministro de Japón. Ganó en las elecciones parlamentarias del domingo último y asume el gobierno de un país que, desde 1990 cuando reventó la burbuja inmobiliaria, está sumida en una profunda crisis económica y parece haber caído en la trampa de la maldición económica. Es un país donde los gobiernos cambian con frecuencia y ayer celebraron una nueva elección que lo vuelve a instalar en el poder. ¿Podrá el nuevo gobierno dominar la crisis?


Del milagro japonés a la maldición económica

El milagro japonés convirtió a una nación arrasada por la segunda guerra mundial en rival de Estados Unidos, la mayor potencia del mundo. Fue por largos años envidiada por su espectacular renacimiento y su exitoso modelo laboral-empresarial.

Sin embargo, la maldición económica llegó con el estallido de una burbuja inmobiliaria-financiera en 1990. Desde entonces, Japón ha vivido un largo estancamiento económico con un espiral deflacionario (caída persistente de precios que termina en bancarrotas o "economías zombis") y seis recesiones sucesivas, la última declarada poco antes de las elecciones de este domingo para la elección del Primer Ministro, y fue el tema dominante de la campaña electoral (1).

Shinzo Abe ganó por amplia mayoría el pasado domingo 16 de diciembre de 2012 las elecciones legislativas en Japón, que así vuelve a girar a la derecha con la mayoría conseguida por el PLD, con 294 de los 480 escaños de la Cámara Baja del Parlamento, mientras que el Partido Democrático del saliente premier Yoshihiko Noda redujo a 57 sus asientos frente a los 308 que obtuvo en el 2009 (2).

Sucesivos gobiernos intentaron salir sin éxito de la maldición económica apelando a medidas distintas. Desde las inversiones en infraestructura hasta las reformas estructurales; desde el rescate masivo de los bancos hasta la baja de las tasas de interés para estimular al consumo. Empero, no ha habido receta que logre terminar con el estancamiento.

Hace poco Richard Koo, economista de Nomura y experto en la Economía Japonesa, estuvo en el Perú atendiendo una invitación del Consorcio de Investigación Económica y Social, CIES y sostuvo que hay nuevos caminos en la comprensión de la naturaleza única de las recesiones de balance que padece Japón, caracterizadas por el agresivo pago de la deuda del sector privado. Aseveró que la política monetaria tiene poco efecto en este tipo de recesión y, en su lugar, lo que se requiere es un estímulo fiscal agresivo que contrarreste la reducción de la deuda del sector privado asumiendo la deuda pública. En la crisis de Japón, dijo, han sido los períodos de ajuste fiscal prematuro lo que se han traducido en una mayor pérdida económica.

Por su parte, David Rea, también especialista en economía japonesa de la consultora británica Capital Economics, ha dicho recientemente que "En un contexto mundial complicado y con 20 años en las espaldas, el gobierno va a necesitar una política monetaria relajada, con baja tasas de interés y un política fiscal más activa. El nuevo gobierno va a tener que cruzar los dedos, además, para que la suerte los acompañe y puedan romper con el estancamiento”.

Japón camina de tumbo en tumbo

Japón es la tercera economía mundial, líder global en productos electrónicos, tercera a nivel de la industria automotriz, número 12 en términos de desarrollo humano y, a pesar de la crisis de 1990, sus exportaciones se triplicaron desde ese año hasta 2006.

En otras palabras, conviene poner la maldición japonesa en perspectiva: muchas naciones anhelarían caer bajo un encantamiento tan benigno; pero no cabe duda de que el estallido financiero de 2007-2008 y la consiguiente recesión global -prolongada hoy con la crisis de la deuda soberana- han complicado la salida del laberinto que creó la burbuja inmobiliaria-financiera de 1990.

El sector exportador japonés se vio duramente golpeado por los problemas de la eurozona. La poderosa industria automotriz sufrió el impacto de la disputa territorial con China, principal socio comercial de Japón.

A esto se sumaron catástrofes impredecibles como el tsunami de 2011. La economía se contrajo un 0,03% entre abril y junio, y un 0,9% entre julio y septiembre de este año. A fines de noviembre, el gobierno saliente anunció un estímulo fiscal superior a US$10.000 millones. “La inversión fiscal ha terminado generando una relación de dependencia con el resto de la actividad económica. La economía da señales de recuperación hasta que se agota el impacto del estímulo fiscal y vuelve a la recesión", sostiene David Rea.

El problema es que este tipo de inyección estatal forma parte del restringido menú de medidas ensayadas en las dos últimas décadas: cada anuncio parece una versión del anterior. "La inversión fiscal ha terminado generando una relación de dependencia con el resto de la actividad económica. La economía da señales de recuperación hasta que se agota el impacto del estímulo fiscal y vuelve a la recesión. A esto se suma que estos programas fiscales han generado un terrible endeudamiento económico. Japón está destinando cada vez más parte de sus ingresos a pagar los intereses de esta deuda", dice Rea. Obsérvese los ilustrativos gráficos de Richard Koo (3).


En efecto, en 2011 la deuda pública japonesa excedía el 200% de su Producto Interno Bruto (PIB), solo superada a nivel mundial por la de Zimbabue.

Los fantasmas de la economía mundial

La raíz de la crisis japonesa -una burbuja inmobiliaria-financiera-, el pavoroso endeudamiento y las infructuosas medidas adoptadas en los últimos 20 años han creado un fantasma que obsesiona tanto a China como a muchas economías desarrolladas. El punto de partida es similar. Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y China fueron víctimas en los últimos años de una burbuja inmobiliaria financiera.

En el caso de China, el fantasma se acentúa por las predicciones que se hacían en la década de los años 80 de que Japón superaría muy pronto a Estados Unidos. Hoy, uno de los deportes favoritos de los futurólogos es precisar en qué fecha China se convertirá en la primera economía mundial: 2020 y 2030 son las favoritas.

El Partido Comunista recuerda que China es una nación en desarrollo y saca todas las enseñanzas que puede del desliz japonés para no caer en la misma trampa.
En el caso de Estados Unidos y la UE el temor es que muchos paquetes de estímulo después de la crisis de 2008, con tasas de interés por el suelo y con políticas de masiva emisión de dinero electrónico de sus bancos centrales, las economías no terminan de salir del pantano.

¿Es el Japón de 1990-2012 el espejo de lo que va a ocurrir en esta década con los países de la eurozona, Reino Unido o Estados Unidos?

Desde el premio Nobel Paul Krugman hasta el ministro de Empresas británico, Vince Cable, son muchos los políticos y economistas que han alertado sobre este peligro. Según David Rea, el paralelo es aceptable pero hay diferencias entre ambos casos. "El nivel de la deuda pública o la necesidad de los consumidores y las compañías de desendeudarse son los elementos en común que autorizan a trazar un paralelo. Pero al mismo tiempo, en la Unión Europea o Estados Unidos se reaccionó rápidamente a la crisis. En Japón tardaron casi diez años en formular una política para los préstamos incobrables que tenían los bancos", explicó.

Japón está todavía pagando el precio de ese error. El primer ministro electo, Shinzo Abe, es el último político de una larga lista que tendrá que lidiar con ese legado; pero esta diferencia no quiere decir que la UE o Estados Unidos hayan escapado de la maldición japonesa. Otros rasgos estructurales pueden producir el mismo "encantamiento".

En la Unión Europea, la eurozona tiene el chaleco de fuerza de la moneda única: Japón podía devaluar, los países que componen el euro no pueden hacerlo. En Estados Unidos el llamado abismo fiscal -un masivo ajuste que entrará automáticamente en vigencia si no hay acuerdo en el Congreso este 31 de diciembre- podría convertirse en el equivalente del letargo gubernamental japonés de principios de los años noventa.

Referencias:
(1)   Extraído textualmente de Marcelo Justo. BBC Mundo

domingo, noviembre 25, 2012

RICHARD KOO NO DESCARTA QUE BURBUJA INMOBILIARIA PUEDA INCUBARSE EN PERÚ






Invitado por el CIES al Seminario Anual 2012 que acaba de desarrollarse en Lima, el prestigiado economista jefe del Instituto Nomura Research Institute alertó que un descontrol en la política crediticia de los bancos podría incubar una crisis hipotecaria similar a la de Japón, EE.UU. y Europa, economías que intentan detener la crisis erróneamente con la austeridad fiscal.



De la crisis japonesa a la crisis de los EE.UU y de la Zona Euro
Richard  Koo, el invitado especial del Consorcio de Investigación Económica y Social al Seminario Anual 2012 “Economía Global, Crecimiento e Industrias Extractivas afirmó que hace 20 años la Economía japonesa entró en una severa crisis cuyo parecido con la que padecen ahora los EE. UU. y la eurozona, especialmente España, es preocupante. Japón venía de una época descollante conocida como “El Milagro Japonés”. Sin embargo la economía incubaba una burbuja inmobiliaria y de crédito, que terminó de explotar en 1990. Desde entonces, sus políticos han intentado aplicar todo tipo de curas sin mayor éxito. "El diagnóstico fue equivocado", explicó en Lima el influyente Richard Koo, economista jefe del banco de inversión Nomura. "No supimos ver que el país estaba aquejado de una rara enfermedad económica que se da una vez en un siglo, muy parecida a la que afronta ahora casi todo el Atlántico Norte, cuyas autoridades demuestran que no han aprendido nada de la experiencia japonesa. La consecuencia para Japón fueron dos décadas perdidas. De manera que si EE. UU. y Europa persisten en su equivocada gestión anticrisis, les aguarda por delante una década y media de crisis", pronosticó el prestigiado economista japonés.
El diagnóstico erróneo, en Europa, es pensar que esta es una crisis fiscal. Pero esto es falso: la crisis empezó en el sector inmobiliario estadounidense y se convirtió en una avalancha financiera global. Y continúa siendo una crisis bancaria que ha terminado contagiando a la economía en su conjunto, hasta el punto que el corte del crédito determinó el desempleo y la recesión; y a las cuentas públicas (castigadas por las ayudas financieras a la banca y los costos del Estado de bienestar en pleno desplome económico) se agravaron.
La crisis ha contagiado al sistema económico norteamericano y europeo, que se ve incapcez de avizorar soluciones a pesar de los rescates diseñados más para salvar a los bancos que para ayudar a los países con problemas. Las entidades financieras, en especial las alemanas, están cargadas de activos tóxicos (y de deuda pública, que va camino de alcanzar ese estatus). En España, la toxicidad procede de un empacho de ladrillo. Pero Berlín y Bruselas están convencidos de que la crisis es esencialmente fiscal, y que el remedio es una sobredosis de ajustes vía BCE, FMI, reformas constitucionales, lo que sea. "Es un completo disparate", ataca Koo.
Porque esa cura no funciona para el virus europeo, según la tesis de Koo. Especialmente en España. "Imaginemos un país con una enorme burbuja: al estallar, las empresas y familias se quedan cargadas de deudas, y por mucho que los tipos de interés bajen a los noveles mínimos la gente se olvida de gastar y las empresas de invertir, al estar ensimismadas {estas de reducir sus deudas. Lo mismo les pasa a los bancos que no prestan, y más bien se dedican a disminuir sus deudas, tal como ocurrió en Japón y ahora está sucediendo en Occidente. Esa extraña enfermedad se llama recesión de balance".
En tales condiciones, cuando la demanda privada es débil, cuando hay una sequedad de crédito, solo el sector público puede alentar el gasto para evitar la agonía. Así lo hizo Japón en los noventa, y el mundo entero tras la quiebra de Lehman. "Esa reacción suele ser automática. Luego llega lo difícil, el momento del pánico: en 1997 Japón cometió un error fatal, se asustó del abultado déficit en un país envejecido, estancado, sobreendeudado. Entonces puso en marcha un duro plan de austeridad y subió los impuestos, lo cual dio paso a una recesión profunda y al colapso de la banca.
La austeridad que receta Alemania es contraproducente
Koo sostiene que EE.UU aún no se ha asustado tanto. La Reserva Federal de EE.UU. ha concordado y tomado las medidas para no caer en el llamado abismo fiscal, pues si lo hace, no habrá forma de que el sistema monetario lo respalde. Empero, Europa es otra historia. Las curas de austeridad que receta Alemania son contraproducentes. Si quieren reducir el déficit, van a tener lo contrario: una recesión como la que viene es la mejor manera de que la crisis fiscal empeore. Sin estímulos, a Europa le espera una larga temporada de atonía y a España dos décadas perdidas a la japonesa".
El mensaje de Koo es incisivo. Asevera que en Europa no hay margen para gastar y que la deuda japonesa está en el 200% del PBI, la estadounidense y británica en los niveles máximos, y que los intereses que pagan esos países son bajísimos. Hay una razón para ello: los ciudadanos tienen miedo, ahorran más y compran deuda pública: por eso los intereses son mínimos y aún hay margen para el estímulo. Europa y su crisis fiscal parecen una excepción. Koo cuestiona haciendo notar que la única diferencia es que al compartir el euro, el ahorro de los españoles vuela a Alemania, un país más seguro y sin riesgo de tipo de cambio. Gran parte del ahorro europeo va a los bonos alemanes, que pagan intereses muy bajos. ¿Qué hace Alemania con ese dinero? Nada de nada. Pero quizá eso cambie: la recesión les va a golpear y van a tener que gastar. Europa está aprendiendo que hay una recesión de balance, está pagando sus deudas pero no está generando crecimiento.
Koo afirma que la lluvia de liquidez sobre la banca no sirve: la política monetaria es inútil. Hay que volver a los estímulos fiscales. Anunciar que se va a impedir, en el plazo de unos años, que los ciudadanos de un país inviertan en la deuda de otro país europeo. De esa manera la deuda de cada país será proporcional al ahorro interno y eso impedirá cosas raras.
Koo reclama también ayudas sin condiciones para los bancos: "Hay que darles tiempo y dinero para que se quiten la basura de los balances y no cierren el crédito". Pero Trichet dice que la ciudadanía no está preparada para aceptar una segunda ronda de ayudas a la banca. "Pues ese era su trabajo: convencer a la gente de que eso es imprescindible. Trichet debió ser despedido por no hacer su trabajo", dispara.
El caso de España: una recesión dura con alto desempleo
Respecto de España dijo que si el próximo Gobierno sigue con los recortes la recesión será muy dura, el paro crecerá y el déficit aumentará. Mirar solo las cuentas públicas no es suficiente: hay que ver lo que sucede en el sector privado, que está tratando de reducir deuda a toda costa. Si el sector público también lo hace, la cosa se complica. La respuesta está en una Europa menos atrapada por los prejuicios. Hay que suavizar los ajustes, arreglar los bancos y hacer que quienes tienen margen estimulen su economía.
Alemania se benefició durante años de la política económica europea. Cuando peor le iba, la eclosión de sus exportaciones no se dirigió hacia Asia ni EE UU, sino hacia la propia Europa. Es el momento de que los alemanes devuelvan a los demás europeos el favor que les hicieron cuando las cosas les iban mal, cuando disfrutaron de tipos bajos y de la flexibilidad que ahora ellos no quieren conceder a sus socios.
El realismo de China para enfrentar el problema
Para Koo los chinos son los que han comprendido los problemas mejor que nadie. En 2009 pusieron en marcha uno de los paquetes de estímulo más ambicioso y mejor orientado del mundo. Luego siguieron con ellos: son una dictadura, gracias a ello se lo pueden permitir. Mientras Europa y EE UU discuten el riesgo moral, de Keynes y Hayek, de estímulos y austeridad cargados de dogmas, China está a otra cosa. A quienes advierten de una burbuja hay que decirles que los chinos nos pueden dar lecciones de realismo. A la Europa contemporánea construida con esa extraña mezcla de creencias cristianas y dudas griegas, que decía Polanyi, hay que añadirle ahora ciertas dosis de realismo chino y las enseñanzas de la experiencia japonesa para recuperar el aliento. Al menos, así lo ve Richard Koo.
El riesgo de la burbuja inmobiliaria en el Perú

En cuanto a las economía emergentes como la del Perú, Koo dijo que si un país emergente tuviera una burbuja inmobiliaria –es decir, si los precios de sus activos empezaran a aumentar siendo financiados por los bancos–, ello lo empujaría a una crisis parecida a la que viven Japón,  Estados Unidos o la Unión Europea. El riesgo es para cualquier país emergente que tenga un alza constante en los precios del sector inmobiliario. Puede darse en el Perú si la mayoría de personas se hace préstamos de los bancos para comprar casas.
Dijo que no es fácil predecir esa burbuja. Pero desde las políticas públicas debe asegurarse que la gente no tome préstamos excesivos para la vivienda y tampoco que los bancos lo estén presionando. El peor caso que se podría dar es que demasiadas personas compren viviendas y a la vez muchos bancos entren a participar con los créditos. De ocurrir algo así, para minimizar los riesgos, el Banco Central de Reserva debe supervisar permanentemente el sistema. Debe estar atento si los bancos prestan demasiado y ver que sean rigurosos en otorgarlos. También hay ratios sobre cuánto debe cubrir el banco y cuánto el propietario. Además, debe regular que el costo de la vivienda no salga todo del banco.
El encaje bancario es una herramienta para evitar el sobrecalentamiento. Si los bancos están enfrentando una crisis, el Gobierno Central puede subir o bajarlo, según la circunstancia. Para alertar de una posible burbuja hay que revisar todo, incluido el flujo de caja que proviene del costo de las viviendas, y eso tendría que ser justificado por el valor de la tasa o el del alquiler. Otro elemento podría ser el precio. Si uno ve que se ha excedido, allí debería reaccionar. Hay que ver la evolución de los precios de la vivienda por muchos años. Hay que observar la tendencia histórica.
Hoy se dice que el Perú tiene la menor inflación y que su crecimiento es el más alto. La gente podría pensar que es el mejor momento para comprar vivienda y los inversionistas, de vender. Si son muchas los que lo hacen, ello podría generar una burbuja inmobiliaria. Aprecie a  continuación las cifras recientes del sector inmobiliario peruano:

A lo dicho por Koo, es necesario acotar que los créditos hipotecarios se incrementaron en 167% en los últimos cinco años y representan el 4% del PBI, cuando hasta hace unos años no sobrepasaban al 2%. Hay, asimismo, 165 mil créditos hipotecarios vigentes con niveles de morosidad de 1%, los cuales se suelen pagar anticipadamente entre 13 y 14 años. El gerente de negocios inmobiliarios del BBVA reveló que en setiembre colocó unos 950 créditos, el récord histórico del banco. El BCP, el mayor colocador de préstamos, no quiso dar sus cifras. Por estos motivos, las unidades vendidas aumentaron en 11,8% del 2009 al 2010 y en 38,2% del 2010 al 2011 (21.599 unidades), según Tinsa. Para el 2012, se espera vender unas 25.000 viviendas. Además, la velocidad de ventas también ha ido en aumento, de 1.134 unidades por mes a 1.189 entre el 2008 y el 2011 (2). 
Referencias:



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