El “abismo fiscal” es una especie de bomba
de tiempo que si no se desactiva en estos días (antes del 1 de enero de 2013) podría
ocasionar un fuerte retroceso de la primera potencia económica mundial e
incluso si se prolonga durante algunos meses, podría desencadenar una
recesión económica a escala mundial. El parlamento norteamericano tiene la palabra.
De las elecciones en EE.UU al “abismo fiscal”
Las elecciones de noviembre definieron solo la mitad
de la incógnita sobre el rumbo de la primera economía mundial. Esas elecciones constituyen
un evento político con trascendental proyección mundial. No es lo mismo imaginar
el 2013 a Barack Obama en la Casa Blanca que a Mitt Romney. El primero representa
una alternativa más cercana al neokeynesianismo, con énfasis en la inversión
fiscal y la redistribución de ingresos, mientras que Romney hubiera inclinado
la balanza hacia la austeridad fiscal y el recorte impositivo a los ricos, tal
como lo propugnan los neoliberales (1).
Sin embargo, no se terminaba de celebrar la victoria
de Obama cuando la atención giró al llamado “abismo fiscal”, una especie de bomba de tiempo para los Estados
Unidos, a estallar desde el primer día del año nuevo.
¿Qué es el “abismo fiscal”?
Es una subida generalizada de impuestos que iría
acompañada de fuertes recortes del gasto público autorizados en la era Bush en
áreas tan fundamentales como Defensa y ayudas al empleo. Estas medidas de
política económica entrarían automáticamente en vigor si no se llega a un
acuerdo entre Demócratas y Republicanos antes del 1 de enero de 2013.
Si el desacuerdo se prolonga en la primera quincena de
enero se teme alguna turbulencia en los mercados bursátiles. Si el desacuerdo
persiste durante meses, el impacto sería mucho más grave y se teme inclusive
una recesión a escala mundial.
Se calcula que el “abismo
fiscal” tendría un impacto de 550 mil millones de dólares que dejarían de
circular en la economía norteamericana, equivalente a 3,5 % del PBI anual de Estados
Unidos (2).
Impacto del “abismo fiscal” en la economía mundial
Todo lo que ocurre en la economía de Estados Unidos
tiene una repercusión automática sobre la economía mundial. El temido “abismo fiscal” hace presagiar el fin
de la débil recuperación económica experimentada por ese país después de la
crisis económica del 2007-2008 que,
además, podría tener consecuencias negativas sobre el resto del mundo. En las
primeras semanas de enero de 2013 puede que el impacto sea más limitado, pero a
medida que se prolongue la crisis, tanto mayor será la amenaza sobre el
crecimiento de todos los países del mundo. Si el desacuerdo se alarga durante
meses, Estados Unidos podría entrar en recesión y, consecuentemente, arrastraría
en su caída a China, principal socio comercial de dicha potencia y segunda
potencia económica mundial, e intensificaría las tendencias recesivas de Japón,
la segunda economía del mundo, de la eurozona y también golpearía duramente a
América Latina vía la reducción de los precios del petróleo y los minerales
ante una caída de la demanda agregada de los países desarrollados.
Urge lograr compromiso entre Demócratas y Republicanos
El Congreso de EE.UU. tiene el reto de acordar en
estos días un presupuesto para 2013 que evite o minimice el mentado “abismo
fiscal”. El comité bipartidista que se formó en agosto pasado tiene como fin
alcanzar un compromiso entre los Demócratas y Republicanos.
Sin embargo, en las recientes fiestas quedó en claro
que el presunto espíritu navideño de la reconciliación todavía no había llegado
al Congreso. Más aun, el Partido Republicano desautorizó abiertamente una
oferta de su propio líder en las negociaciones, y el mundo entero temió lo peor.
Ante ello, el propio presidente de los EE. UU Barack Obama decidió interrumpir
sus vacaciones en Hawai para regresar a Washington en esta semana a fin de intentar
un acuerdo y evitar un "infeliz comienzo de 2013”.
Ahora que faltan menos de 100 horas para terminar el
año viejo, las bolsas de valores se han desplomado por cuarta vez consecutiva y
sólo se espera un “milagro” que permita entrar la luz y terminar con la
incertidumbre que aqueja a los agentes económicos y toda la población
norteamericana ante el desacuerdo entre políticos de las dos vertientes.
Pero aún se logra evitar el “abismo fiscal”, hay suficientes temores como la posible cesación
de pagos y la inestabilidad político-social de países de la eurozona y una
debacle de instituciones financieras como para dormir tranquilo y mantener la
marcha de la economía global cuya situación sigue siendo álgida e imprevisible el
final de la crisis.
Referencias: